Europa se tiñe de tradición con rayas rojas y blancas

El Atlético de Madrid es el favorito, aunque por poco, ante los leones del Athletic

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Si bien son más las similitudes y la historia que unen al Atlético de Madrid con el Athletic de Bilbao, no podría encontrarse dos clubes con filosofías más distintas.

Lo que sí reviste a esta gran final de la Liga de Europa es una enorme tradición con el protagonismo de los clubes que, fuera del Real Madrid y el Barcelona, son los de mayor jerarquía en España.

El Aleti, por muy poco, es el favorito para repetir el título europeo que ya conquistó en el 2010.

El Athletic busca un primer triunfo continental, donde tiene un pobre palmarés que contrasta con la rica historia de triunfos domésticos del club que, por filosofía ultranacionalista, no juega con más que con futbolistas criados en canteras vascas o, como mínimo, que hayan nacido en el territorio vasco.

En la otra acera está un comprador compulsivo, devora técnicos y protagonista de titulares. Ningún equipo español tiene el gatillo tan ligero para cambiar de estratega ni le duele tan poco vender, rebajar y de nuevo comprar ídolos. Tiene una de las aficiones más fieles y, justamente por esa tendencia de renovar las estrellas de la planilla cada nada, ilusionada del futbol.

Ambos tienen planteles para estar más alto de las posiciones que tienen en el campeonato local. El Atlético lucha por un codiciado cuarto puesto para entrar a la Champions, mientras que el Athletic tiene aún más difícil entrar al sexto lugar que da acceso de vuelta a la Europa League.

Las raíces de ambos clubes también están muy mezcladas y no es coincidencia que ambos usen la misma camisa de rayas rojas y blancas, que en realidad es la del Southampton inglés. El Atlético nació como una filial, en Madrid, del club vasco.

Acento argentino. Otra similitud entre ambos equipos, si es que se necesita una más, son sus comandantes: ambos argentinos.

Marcelo Bielsa, con el Bilbao, es el más reconocido y exitoso: ha sido campeón, seleccionador y formador de clase mundial.

Su pupilo, Diego Simeone, tiene menos experiencia, pero el reconocimiento de no conocer el fracaso.

Bielsa llegó como un proyecto para revolucionar, como siempre hace por donde pasa, un desgastado estilo vasco. A los leones, que tienen una de las mejores canteras del Viejo Continente, los títulos hace mucho se les hacen esquivos (desde 1984) y la realidad dicta que hay que modernizar su centenario futbol.

Simeone llegó como llegan la mayoría de entrenadores a tiendas colchoneras, de apagafuegos. Empezó en enero y dio nueva vida a una campaña dirigida hacia el desastre, pese a que el Aleti fue el club español que más invirtió para esta temporada (solo Radamel Falcao costó 40 millones de euros).

Tener la posibilidad de un título continental y de entrar a la Liga de Campeones tiene a Simeone de vuelta con el halo de ídolo que ya ocupó como jugador del Atlético.

Pase lo que pase, hoy miles de almas rojiblancas festejaran a más no poder y alguno que otro apasionado fanático, de los que sobran en ambos clubes, llamará a esta la mejor noche de su vida.