El sueño cumplido por Radamel Falcao se transformó en un grito de lamento

Durante cinco segundos buscó explicaciones, seguidamente miró al cielo para luego centrar su mirada, durante dos minutos, en la gradería norte del recinto deportivo, la zona con más de 10.000 colombianos

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Moscú, Rusia. Jordan Pickford se acostó hacia su diestra, levantó su mano derecha, puño cerrado la pelota le reventó y salió expulsada hacia el frente. Carlos Bacca se levantó la camisa, se cubrió la cara y se le notaba que quería desaparecerse del Spartak Stadium... Radamel Falcao solo acató a ver al césped, no hizo más.

Durante cinco segundos buscó explicaciones, seguidamente miró al cielo para luego centrar su mirada, durante dos minutos, en la gradería norte del recinto deportivo, la zona con más de 10.000 colombianos que tan solo cinco minutos antes estaba llena de algarabía porque en su marco se tiraría la tanda de penales.

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Con sus ojos clavados en la hinchada, el felino solo quería pedir perdón, pero ¿cómo hacía para hablarle a cada uno de sus coterráneos que gritaron a muerte y se pelearon con cuanto inglés se toparon?

De hecho, la seguridad del estadio tuvo que intervenir una y otra vez en las diferentes graderías para así evitar conatos de bronca.

El juego terminó 1 a 1 y desde el primer minuto cumplió con lo que se pide para un partido de Copa del Mundo: intensidad, fuerza, emociones y fútbol.

La gente quería un protagonista, cada sección del Spartak pidió desde la previa del partido a Radamel Falcao García, ese artillero colombiano al que le dicen el Tigre y que le encanta devorar el área como número nueve.

Todo el estadio retumbaba: ‘el tigreee Falcao’, ‘el tigreeee Falcao’. Así fue al inicio, en la mitad del cotejo, en el final, en los tiempos extra y los penales.

Pese a que el partido del atacante fue discreto, de mucha lucha y entrega pero sin una sola oportunidad clara para marcar, la gente lo ama. Lo gritaron sus paisanos, también los argentinos, los alemanes y los rusos.

Radamel, pese a que tiene dos Ligas Europa, una Supercopa de Europa en sus vitrinas junto a otros títulos, por fin pudo cumplir un sueño que se le había escapado de las manos hace cuatro años, cuando llegaba en su mejor momento.

En enero del 2014, el colombiano se rompió el ligamento cruzado en un partido del Mónaco francés y dijo adiós a la cita del orbe por culpa de una fuerte entrada de Soner Ertek, un jugador francés que se hizo famoso por una situación no tan bonita: traerse abajo al Tigre.

El Falcao que todos recordamos, el mejor que se vio era rápido, potente, hábil... Un futbolista más fuerte para actuar por fuera que en el área. El nuevo Tigre es más de no salir de la zona roja de definición y cuando se va de ese lugar no es tan determinante.

El oriundo de Santa Marta, Colombia, entendió que sus condiciones no serían las mismas por lo que cambió su forma de jugar: se adentró en 16,5 metros y ahí montó su zona de caza.

Lastimosamente para los cafeteros, su jugador ante Inglaterra nunca estuvo en su zona cómoda.

El nueve intentó ser el que fue pero no volverá. Corrió hasta la media cancha para arrastrar marcas, pivotear, arrancar con potencia; al final no pudo.

Más allá de una despedida sin brillo, el jugador tuvo su momento feliz y lo disfrutó sin que las cámaras lo notaran.

Yerry Mina se levantó en el área inglesa, en el minuto 93 le ganó a Jordan Hendersen el saltó e igualó el marcador para enviar a tiempos extra y posteriormente a penales.

El zaguero del Barcelona, quien fue una de las sorpresivas estrellas de Rusia 2018 con tres goles en tres cotejos, se fue a las cámaras para celebrar con Juan Cuadrado, pero a la televisión se le escapó el detalle de Falcao.

Con una cara que parecía tener recorrido de lágrimas en sus mejillas, se puso frente a su afición, alzó su camisa, la mordió y gritó: ¡Vamooos Colombiaaaa!

La gente se abalanzó contra la barra divisoria del terreno y el cemento... La locura se desató. Seguidamente, como buen capitán, se integró a la celebración.

Enojado, 30 segundos después, le exigió a Mina y Cuadrado que volvieran a su media cancha; el tiempo de celebración era mucho y había un cotejo que ganar.

Los 30 minutos de los tiempos extra pasaron sin sobresaltos, llegaron los penales y Falcao cumplió: marcó su lanzamiento.

Luego sucedió lo que ya se vio por la señal de video: Ospina paró uno, Mateus Uribe la reventó en el palo y Pickford se lo detuvo a Bacca. Lo que faltó de observar fue el lamento del Tigre, en la Copa que fue su sueño...

Ojos en la gradería, manos juntas en señal de perdón y aplausos de parte de su afición... Todo el estadio volvió a cantar: ‘el tigreee Falcao’, ‘el tigreeee Falcao’.