Dos países se juegan la alegría o la desazón

Si El Salvador gana, está en la hexagonal; si Costa Rica triunfa, pone un pie adentro

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San Salvador. A veces uno no entiende cómo tanto puede estar en juego en tan “poca” cosa. Sin embargo, así funciona el deporte más famoso del planeta.

Hoy, la alegría o la desazón de dos países, ambos orgullosamente entregados al futbol, está puesta sobre la mesa.

Esto no es de vida o muerte, como algunos erróneamente suelen decir. Aquí nadie va a fallecer y nadie va a encontrar la pócima que le otorgue eterna existencia.

No obstante, para algunos el premio de mantener intacta la ilusión mundialista es casi igual de importante. Por lo menos si se compara con el silencio que significaría quedar eliminados dos años antes del Mundial.

El Salvador y Costa Rica, en ese orden para respetar el factor de la localía, se medirán hoy a las 7:30 p. m. en un partido trascendental, en el bullicioso estadio Cuscatlán de la capital de este país, San Salvador. Un partido tan definitorio como sea posible meterse dentro de la cabeza.

Si los salvadoreños ganan, avanzan a la hexagonal final de Concacaf, para delirio de una nación que aspira revivir unas glorias que se desvanecieron desde la generación de Jorge Mágico González y su España 1982.

Además, sentenciarían a esos que llaman prepotentes por considerarse futbolísticamente mejores que toda la región.

Si los costarricenses triunfan o empatan, volcarán las apuestas a su favor, porque aunque no aseguran el boleto, la última fecha les guiña el ojo seductoramente. Recibir a Guyana y que El Salvador visite a México debería ser una calendarización alentadora.

Además, alimentarían, a costa de los cuscatlecos, esa supremacía histórica respecto a esos que llaman recelosos por envidiar sus logros futbolísticos en el Istmo.

Puntos. El Salvador tiene dos variables en su bolsillo: el escenario más grande de Centroamérica (le caben 53.400 personas), el cual gritará abrumadoramente y las más de tres semanas de trabajo que tiene con casi todo su plantel.

Costa Rica tiene la ventaja en todo lo demás: jugadores de clase mundial, experiencia en muchísimos certámenes internacionales y una balanza inclinada en cuanto a las estadísticas se refiere.

No obstante, en un partido de tanto nervio, en muchas ocasiones lo que más vale es el coraje, las ganas y el hambre de vencer. Y en ese rubro, quién sabe quien está más arriba. El botín es igual de tentador para ambas selecciones.

Todavía faltan dos años para Brasil 2014. Todavía falta toda la hexagonal final. Empero, el Mundial, con toda la alegría o desazón que eso implica, está en juego hoy, durante 90 largos minutos.