De carreras y vuvuzelas

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Johannesburgo El gran día le llega a Sudáfrica con un nivel aceptable de organización. Siempre hay carreras de última hora, pero tener los estadios y la mayoría de la logística resuelta es todo un mérito para un país que le sacó canas a FIFA por sus atrasos.

El asalto a unos periodistas europeos esta semana y la posible infiltración de “barras bravas” argentinos activaron algunas alarmas, y de paso les permitieron probar a los anfitriones qué tal camina la maquinaria cuando se presentan eventualidades.

Ayer los obreros le daban los últimos acabados al Soccer City, lugar donde 94.000 personas se reunirán hoy a presenciar la inauguración de la cita número 19.

Sin embargo, se trata solo de pequeños detalles, nada que comprometa la ceremonia de gala. Siempre queda algún ladrillo o algún tomacorrientes flojo.

Silencio por favor. Las ruidosas vuvuzelas esparcen ritmo y alegría, pero también causan algo de preocupación. Estas gigantes cornetas, que imitan el sonido de una manada de elefantes, son un accesorio indispensable para los aficionados sudafricanos. El problema es que una suena bonito, tres ya hacen un escándalo, pero miles dentro de un estadio son capaces de sacar de quicio hasta al más concentrado y profesional de los futbolistas.

Para evitar que el asunto se salga de control, el Comité Organizador prohibirá el uso de una versión más grande, llamada kuduzela , así como cualquier otro tipo de altavoz, según se anunció ayer en un boletín. Suena a precaución discriminatoria: el Estadio Azteca es una colmena de 100.000 abejas y nadie se queja de la bulla; en La Bombonera de Argentina, los periodistas de radio se comunican por señas, porque no se escucha nada.

En todo caso, el jolgorio en los estadios estará garantizado. La vuvuzela es invitado indispensable al festejo, aunque luego se quejen los oídos más delicados.