Crónica mundialista: el taxista ruso que aprovecha el Mundial para aprender español

La meta de este conductor es conseguir hablar los diferentes idiomas que se escuchan por las calles de San Petersburgo antes de que termine la Copa del Mundo

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San Petersburgo, Rusia. No quiso profundizar en su nombre, solo sé que es un taxista que asegura que disfruta del Mundial. La Copa del Mundo le cambió la rutina, al punto que ahora ansía trabajar todos los días... Apenas me subo a su automóvil me explica: "me siento como en la escuela".

Él es taxista, de origen ruso, con larga barba, tez blanca y poco cabello en la cabeza. Desde que se inicia el camino al lugar que la aplicación de transporte rusa Yandex señala, él comienza a revelar su idea para encontrarle gracia al Mundial: quiere aprender los diversos idiomas que ahora se escuchan por las calles de San Petersburgo.

Aunque habla poco inglés, sí lo entiende bastante. También ya aprendió algunas palabras del español y del italiano, además domina el francés.

Intenté utilizar el traductor de mi telefóno para hacer una comunicación más fluida; no obstante, él mismo con señas me dice que no, prefiere que con lenguaje corporal y verbal consigamos darnos a entender.

Apenas salimos del entrenamiento de la Selección Nacional rumbo al hotel, lo primero que observamos es un árbol, por lo que el conductor comienza a señalármelo. Yo un poco perdido en la dinámica no comprendía lo que sucedía, la planta se veía bien, no tenía rastros de nada extraño hasta que me dice: "en español", entonces comprendí.

”Árbol”, le respondí. Seguidamente, él comenzó a repetirlo hasta que dominó la pronunciación.

Luego llegó la hora de un vehículo; apareció en el camino un autobús y él solo mencionó: "autobús".

-"It’s similar to Russia" (es similar a Rusia) - Yo simplemente le decía: "da, da" (sí, sí).

Ya con la clara intención del amigo ruso de querer aprender español, tanto Damián Arroyo, fotógrafo que me acompaña, y yo, entramos en el juego.

Una bicicleta pasó al frente y comencé a decirle: "bi-ci-cle-ta, bi-ci-cle-ta”.

El conductor asentió y empezó a repetir: "bicicleta, bicicleta". Luego tiró una pregunta: ¿Это лошадь? (es un caballo). En ruso, al no entenderle, comenzó a hacer como cuando un caballo galopea y ahí sí entendí.

-"Horse in spanish es caballo"-, le aclaré.

El viaje tardó cerca de media hora y la verdad fue entretenido, sobre todo porque cada cosa que el transportista veía, la quería decir en español.

Al final del trayecto compartió una colección de videos con todos los turistas que ha trasladado en las casi dos semanas que lleva el Mundial, no fuimos los primeros ticos y, además, ya había llevado a muchos mexicanos, por lo que ya dominaba ciertas palabras.

Su idea es al finalizar la Copa del Mundo colocar un video que se llame escuela del mundo, en el que demuestre su experiencia aprendiendo idiomas diferentes al ruso en un mes que dura el Mundial.

Hasta cuando nos bajamos del automóvil pudimos identificar el nombre del chofer: Arthur... Gracias a una postal en su carro que decía: "Bienvenidos a la escuela de Arthur”.