Cómo juegan todos ahora...

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Buenos Aires

Tres candidatos excluyentes al oro presentaba el torneo olímpico de futbol antes del comienzo: España, Brasil y Uruguay. El primero ya está fuera de combate. En la previa, a la Roja le había tocado el grupo más accesible, con Honduras, Japón y Marruecos. Cayó con los dos primeros y el jueves se volverá a casa. Y llevó todo eh... Muniaín, Jordi Alba, Javi Martínez, Adrián, De Gea... Uruguay, que defendía su increíble invicto olímpico (nunca había perdido un partido), mordió el pasto ante Senegal y, de ser uno de los favoritos, pasó a caminar por la cornisa. Deberá obtener un triunfo ante el local Gran Bretaña o volverse a Montevideo. Y fue con la caballería y la infantería: Luis Suárez, Cavani, Arévalo Ríos, Coates, Gastón Ramírez...

Que el futbol se ha equilibrado en todo el mundo es noticia vieja. Cada día recibimos nuevas comprobaciones del progreso notable –y constante– de tantos países que antes eran inocentes, casi ridículos practicando este deporte. Todo se ha emparejado y cada vez nos asombra menos que, por ejemplo, Japón le gane a España en el debut. O que luego lo tumbe Honduras. También Senegal pudo haber vencido a Gran Bretaña (1 a 1).

Hoy ningún resultado se puede llamar sorpresa: Japón viene en ascenso hace tiempo, se clasificó a los últimos cuatro Mundiales. Senegal dio el campanazo en el 2002 al batir a Francia –campeón vigente– en el cotejo inaugural de Corea y Japón. Además, esta olímpica africana derrotó a la de España dos semanas atrás con gran autoridad según las crónicas.

De modo que la perplejidad (como cuando Corea del Norte sepultó a Italia en el Mundial 66) ya no cabe en nuestros tiempos. Sin embargo, nos sigue sorprendiendo el juego. ¡Qué bien juegan todos ahora..! Emiratos Árabes, Japón, Egipto, Senegal son la prueba contundente de que el futbol no se igualó para abajo. Es bien al revés. Treinta años atrás no tenían idea de cómo pararse, marcar o atacar. Emiratos, Senegal y otros ciento cincuenta países más.

Los arqueros que presentaban eran risueños, la pelota se les escapaba de las manos; no sabían defender, se metían los goles en contra o los defensas se enredaban con la pelota. Y que ellos convirtieran era casi una proeza. Ahora todos tienen un toque de bola excelente, mucha idea de juego, triangulación, desmarques, habilidad y están bien plantados en defensa. Son competitivos, difíciles.

Un mes atrás, Tahití (¡increíble!) ganó la Copa de Oceanía y se clasificó a la Copa Confederaciones del año próximo en Brasil junto al local, España, Italia y Uruguay, entre otros. Sin tres de sus mejores jugadores (impedidos por cuestiones laborales) ganó los cinco partidos. Nueva Zelanda, asociación con 121 años de antiguedad y dos veces mundialista, ni siquiera llegó a la final. Tahití accedió también al cuadrangular final para determinar quién enfrentará al cuarto de Concacaf en el camino hacia el Mundial 2014. Es la primera vez en la historia que la Copa de Oceanía no es ganada por Australia o Nueva Zelanda, herederos del fútbol británico.

Grande. En este contexto, ¡cuán meritorio es lo de Sudamérica! No existe ningún torneo olímpico, mundial sub-20 o sub-17 donde los grandes favoritos a la corona no sean los sudamericanos. En este caso, van apenas dos representantes (hay cuatro de África, cuatro de Europa, tres de Asia, dos de Concacaf) y ambos eran los candidatos al oro junto con España.

O sea, cuando se habla de futbol en estado puro, de cantera frente a cantera, es muy difícil mandar a la lona a Brasil, Argentina o Uruguay. Después, en un Mundial de mayores, ya entran en juego otros factores y allí acaso la mejor preparación de los europeos adquiere una gravitación diferente y empareja las cosas. Un ejemplo: antes de llegar el Mundial de Sudáfrica, España tenía a los once que disputaron la final ante Holanda jugando en su país. Una ventaja importante. Hablamos de selecciones, desde luego. En clubes el mapa es diferente, las economías juegan un papel determinante, cambian todo.

Muchos sostenemos que el futbol brasileño no atraviesa su mejor momento. Al menos no tiene el esplendor de décadas pasadas. Aún así logra poner en cancha a Neymar, Lucas Moura (notable), Oscar, Leandro Damiao, Alexandre Pato, Thiago Silva, Marcelo, Rafael, Sandro (el del Tottenham)... En un somero repaso nombramos nueve cracks . ¡Nueve sobre once!

Es un milagro sudamericano: pese a que todos los demás no paran de evolucionar y aprender, se mantiene siempre arriba, batallando por el título en todos los torneos universales. Con épocas mejores que otras, con crisis políticas y económicas en sus naciones, con clubes endeudados, pero siempre arriba. No es poco mérito.