Columna de Barraza: El enorme valor de un gran estratega

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Buenos Aires

Brasil acaba de ganar de manera espléndida la Copa Confederaciones (que resultó excelente, más allá de Tahití). No puede existir una partícula de duda: la obtuvo gracias a la indiscutible inteligencia de Luiz Felipe Scolari.

Desde luego no se intenta soslayar el sustancial aporte de los jugadores. Pero estos mismos futbolistas (Neymar, Fred, Paulinho, Thiago Silva, Dani Alves...) estaban con Mano Menezes y Brasil había bajado por primera vez en su historia al puesto 22 del ránking mundial (que no miente). Vegetaban en un mar de medianía. Brasil era un barco perdido en la niebla; siete meses después es el gran candidato a ganar la Copa Mundial.

Felipao no puede presumir de jugar bonito, sí de ser el entrenador brasileño de mayor capacidad desde Telé Santana a la fecha. Saca lo mejor del jugador, lo convence de sus posibilidades, del esquema que imprime al equipo, genera mística, es competitivo, motivador, astuto, realiza maravillosamente bien los cambios, pone a los 11 que deben jugar...

Uno lo ve moverse al borde del rectángulo y dice “este tipo está vivo”. Antes de su llegada, quien veía a Fred con la verdeamarilla preguntaba “¿Este es el '9' de Brasil...?” Ahora lo afirma: “¡Éste es el '9' de Brasil!”. Con Felipao, todos rinden el doble.

En la patria de Pelé, suponemos, a nadie mínimamente sensato se le ocurre cuestionar el sueldo de Felipao. Nadie pregunta “¿quién le va a pagar ese dineral...?” En muchos otros países de América, siempre que se va a contratar un entrenador de prestigio, lo primero que se cuestiona es el sueldo. Y quién se hará cargo del mismo. Con el sueldo de los malos nunca hay problemas, la tirria es con el de los buenos. Pero lo bueno siempre sale barato.

Lo paga el fútbol. Y el dinero sale del fútbol. No lo paga un ministerio. Cuando Bielsa llegó a Chile tronaron miles de voces escandalizadas, personas se desmayaban (un médico a la derecha...) por los dos millones de dólares que percibiría el técnico rosarino por año. Luego, en cada partido de Eliminatoria, Chile llegó a recaudar hasta dos millones y medio sólo de taquilla. Jamás la Federación Chilena ganó tanto dinero como en esos años. Y nunca el aficionado chileno se sintió tan orgulloso de su selección como en tiempos del idilio bielsista. Chile jugaba a algo, atacaba por aire, mar y tierra; en Santiago y en La Paz, en Lima, Medellín, Asunción...

El mejor refuerzo, hoy, es un buen director técnico. Después de 14 años de un régimen casi dictatorial, Newell's Old Boys experimentó un vuelco institucional en diciembre de 2008. Eso sí, quedó virtualmente quebrado. Había que reconstruirlo. La primera aspiración expresada por el nuevo presidente (Guillermo Lorente) era poder convencer de que volviera al club a uno de sus hijos pródigos, Gerardo Martino.

Lo logró tres años después. Martino desechó una millonaria oferta para comandar la selección colombiana por un Newell's sin dinero y con serio peligro de descenso. Sin refuerzos, lo fue enderezando. En la última temporada partió con el mismo promedio que Independiente: 1,184. Newell's se consagró campeón argentino y está cerca de la final de América; Independiente se fue a la “B”. Es la diferencia exacta entre tener un magnífico entrenador y un incompetente.

José Pekerman asumió en Colombia en medio de fuertes cuestionamientos. Llevó a la selección cafetera de una situación de hondo descontento nacional a la felicidad futbolística plena. No por casualidad, Colombia hoy es tercera en el ranking de la FIFA. Las entradas de los juegos de la Eliminatoria se agotan dos meses antes. (“Antes se había llegado a jugar de local con 15.000 espectadores”, nos dijo el presidente Luis Bedoya). Colombia recibirá alrededor de siete millones de dólares sólo por participar del próximo Mundial (no clasifica desde 1998).

Desde el inicio de la revolución Pekerman, la Federación Colombiana ha firmado fuertes patrocinios con Gillette, Homecenter, Pacific Rubiales, Efecty y Allianz, todas grandes empresas que buscaron asociar su nombre a la camiseta amarilla. ¿Buena política de mercadeo o triunfos del equipo...?

Haciendo cuentas, lo más barato de este fenómeno colombiano es el contrato de Pekerman, quien ya no es visto como “el charlatán que se viene a robar la plata”.

Óscar Tabárez le cambió la vida al fútbol uruguayo. Jorge Sampaoli le ha devuelto la paz al fútbol de Chile tras dos años tormentos luego de la ida de Bielsa.

Sergio Markarián ha conferido a Perú un cariz competitivo. Cuando Markarián asumió, Perú tenía tres jugadores de selección, hoy tiene ocho o nueve. Pese a ello, si no clasifica, no se salvará del “vete a robar a tu país”. El hincha no cuestiona a sus clubes, que no forman jugadores, objeta el salario del DT. Evalúa con acendrado nacionalismo. “Acá hay técnicos mejores”.

El Cholo Simeone le cambió la vida al Atlético de Madrid; Manuel Pellegrini ha hecho una campaña excepcional en Ecuador, en Argentina, en España y ahora, con seguridad, le dará un salto de calidad al Manchester City. Igual pasa en Europa con Guardiola (el más grande de la historia, para este cronista), con el notable Jurgen Klopp, con Ancelotti (que seguro mejorará al Real Madrid y además lo hará más humano, menos arrogante); con Césare Prandelli...

La gente mira el precio, no el valor. Pero no existe nada más barato que un gran DT. Scolari y Martino son los ejemplos más frescos.