Madrid. AFP El Atlético de Madrid venció ayer al Sevilla, 2-1, en la semifinal de ida de la Copa del Rey, con lo que obtuvo una pequeña ventaja para llegar a la serie final.
El juego se disputó en el estadio Vicente Calderón, de Madrid, y todos los goles del compromiso llegaron desde el punto de penal.
Ahora los colchoneros tendrán que defender su renta en el partido de vuelta, que se jugará el 28 de febrero, en el Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla.
En la primera mitad, tras unos minutos de pasividad, Jorge Koke Resurrección dispuso de una gran ocasión para los rojiblancos, tras un gran pase de Adrián López, quien al 38' también envió demasiado alto otra buena oportunidad para los locales.
Un minuto después, Álvaro Negredo tuvo la mejor de la etapa inicial para Sevilla, pero el arquero belga Thibaut Courtois la detuvo.
Justo antes del descanso, Diego Costa erró dos ocasiones más para abrir el marcador.
Tras regresar de la pausa de medio tiempo, los madridistas sacaron provecho de un grave error del defensor bosnio Emir Spahic.
Este tocó el balón con la mano, cuando Costa ingresaba al área. El árbitro Miguel Aiza Gómez no dudó en sancionar el penal, al tiempo que expulsó a Spahic.
Costa fue quien convirtió el tanto, tras engañar al arquero brasileño Beto, al minuto 49.
Sin embargo, siete minutos después, el delantero andaluz Álvaro Negredo se encontró solo ante el meta colchonero Courtois y tocó por encima de este, mas, Diego Godín interrumpió el posible gol con su mano. ¡Penal y tarjeta roja!
Acto seguido, el mismo Negredo decretó el empate momentáneo.
La igualdad era un buen resultado para Sevilla, pues el gol de visita le daba ventaja en caso de paridad en el marcador global.
No obstante, nuevamente una mano en el área dio la oportunidad al Atlético para ponerse al frente.
Diego Costa volvió a ponerse el traje de protagonista, al ejecutar la pena máxima, eso sí, más ajustada que la primera.
Al 85', Fernando Navarro fue expulsado por impedir a Costa llegar solo al área.
El juego fue emocionante de principio a fin, aunque los nervios depararon acciones bruscas que obligaron al árbitro a mostrar una buena cantidad de tarjetas.