Espacio a los "picones"

Dejaron las calles y montaron fiesta con otros fieles

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Son competencias sin números ni inscripciones. No hay jueces, sino organizadores y tampoco se repartirá más trofeo que los vítores de amigos y mecánicos.

Ayer, unos 40 conductores de carretera se sintieron Michael Schumacher o Juan Pablo Montoya, y se ensañaron con el acelerador hasta sentirse como en los famosos piques nocturnos y callejeros.

Tan informales como en las calles, pero ahora legales, los "picones" abrieron las puertas del autódromo La Guácima, en Alajuela, y dieron rienda suelta a sus instintos de velocidad.

El espectáculo, aderezado con conciertos rockeros y un sol extremadamente picante, quiso asemejarse a las competencias de cuarto de milla.

Decenas de febriles conductores siguieron atentos los ocho segundos que tardaba cada pique. La diferencia era la ausencia de civiles en la vía, el salvoconducto de las autoridades de tránsito y, sin duda, la seguridad.

De hecho, tales ventajas son las que los hacen convertirse en una especia de "picones anónimos", que luchan por dejar el "vicio" de las calles y asumir el papel de automovilistas.

El organizador, Elyin Hernández, aseguró que muchos de quienes participaron ayer son asiduos a las jornadas nocturnas que se lleva a cabo todos los lunes, también en el autódromo La Guácima.

"La idea es sacarlos de las carreteras y hacerles ver que se pueden ëechar los carrosí, pero en un sitio seguro y divertido", comentó Hernández, quien agregó que la actividad tiene el aval de la Federación Costarricense de Motores.

Corazones cilindrados

"Buena, Mickie " "Duro, Engañado ". Qué buena, Nica ". Alientos como estos y algunos censurables fueron los preámbulos de cada pique.

El saludo se hace obligatorio cuando todos se conocen, se han visto o, lo que es lo mismo, conocen el carro del otro o lo han visto en algún lugar, posiblemente un pique callejero.

"¡Claro!, si esos aros eran los que tenía Pepillo , ¿verdad? Claro, claro. El día que yo se los iba a comprar me dijo que se los había vendido a un tipo de La Garita. ¿Era usted?", preguntaba uno de los "picones".

Y es que ese era el tema. No se sabe si por afición o por limitación temática, pero solo sobre vehículos podía escucharse al caminar entre la gente.

Al fin y al cabo ese es su trabajo. Buena parte de ellos laboran con carros, viven con ellos y les han jurado amor eterno. Si no los arreglan, los adornan, los desarreglan, los venden o los equipan con potentes equipos de sonido. Pero sus conductas evidencian una larga relación sentimental con los motores.

Sea con el pick-up de acarrear mercadería o con el Chevrolet Vega , reconstruido solo para soltarlo en este tipo de competencias, cada competidor se sentía orgulloso de su vehículo.

Cerveza en mano, abdomen abultado y sumido en una camiseta de tirantes (imagen típica de estos aficionados), Erick quiso seguir en esa relativa clandestinidad que hace esta actividad "más emocionante".

"Muchos carburan aquí lo que no pueden en el trabajo o la casa", se excusó.