Dos pequeños de grandes réditos

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Luis Miguel Valles es la prueba máxima de que no hay que ser el más vistoso para ser figura y ganarse un cupo en un equipo grande.

Casi no tiene nada de gol y asistencias no tiene muchas. Aún así, el joven contención ya es uno de los inamovibles de la alineación liguista y lo hizo con base en trabajo y esfuerzo, además de un sentido de ubicación y anticipación extraordinario. Todo lo corta, todo lo recupera. También se necesita de ese tipo de futbolistas en un club que pretende ser otra vez campeón.

Es callado; tímido podría decirse. Se nota cuando da una entrevista. Pero también es luchador; un peón tal vez sea lo más adecuado para describirlo. Se nota cuando corre por toda la cancha.

Pero en el esquema rojinegro aparece otro bajito de estatura que es también de los que más grandes aplausos le saca a la afición de los rojinegros: Allen Guevara.

El volante anda endiablado en los últimos compromisos. Su manejo de balón, pegado al pie, y principalmente su velocidad por la banda se convirtieron en un factor insustituible en la filosofía del conjunto alajuelense.

Con su cambio de ritmo deshizo a cuantas defensas enfrentó en el torneo y el único freno que encuentra es la línea de fondo o una de las piernas de un rival.

Ambos, de ser un poco más altos seguramente ya estarían jugando en otro país. No obstante, sus genes les repartieron unas cartas distintas. Cada uno, a su estilo y sus posibilidades , las está aprovechando al máximo.

Hoy son figuras dentro de un club con nombres institucionalizados como el de Pablo Antonio Gabas o el de Patrick Pemberton.

¿Y qué es lo más importante? Que apenas tienen 23 años, que tienen muchos años por delante y que tienen espacio para seguir creciendo futbolísticamente.