Sus músculos lucen mejor que los de un futbolista. Sus saltos alcanzan los tres metros y podrían ganar en cualquier torneo de salto triple, pero para estos daneses el deporte no es una competencia, sino una obra de arte y un estilo de vida.
Cuarenta gimnastas de Dinamarca forman la selección de Copenhagen, que trajo al país un drama sobre un trampolín, una escultura sobre un caballo de madera y una comedia sobre piso inflable.
Ellos darán talleres y demostraciones de la gimnasia danesa en diferentes comunidades del país.
Ayer en el gimnasio del Colegio Saint Francis, Moravia, disfrutaron con niños y jóvenes. Luego no dudaron en volar desde un trampolín, en una exhibición que dejó en silencio a todo el recinto.
Ellos no se exhiben por dinero ni por orden de un patrocinador. Cada uno pagó su pasaje al país para promover lo que para ellos es un estilo de vida saludable.
“Acá no venimos a ver quién salta más alto o quién se luce más. Vinimos a divertirnos y eso es lo increíble de este deporte”, declaró el gimnasta Morten Vinter.
Este danés y sus 39 compañeros fueron traídos al país por la Asociación Nacional de Gimnasia Danesa y la academia Tempos, que promueve esa disciplina aquí.
Su demostración dura casi y una hora y en ciertos momentos se vuelve una incógnita si lo que se muestra es un deporte por sus saltos y sus esfuerzos físicos o un ballet por la limpieza de los movimientos y la coordinación de los cuerpos de los gimnastas.
Este es un contraste con el deporte costarricense, que se centra en la competencia, pero ellos expresan que en Dinamarca la cultura es otra y por algo es la disciplina que practican más personas de todas las edades en ese país nórdico.
Este grupo de daneses muestra una nueva visión del deporte; una cara donde un grupo de atletas se unifican en un pincel que se entrena todos los días para dibujar las mejores obras deportivas.