De cómo los atletas pierden la gloria y la fama en la lucha por los derechos civiles

La valentía de hablar contra la injusticia que sufre la comunidad afroamericana en Estados Unidos tiene un precio alto que pocos se atreven a pagar

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“Muchos atletas afroamericanos pensaron que al ganar medallas olímpicas podrían protegerse del racismo. Pero aún así, ganar medallas no salva a tu madre. No salva a tu hermano ni a tus hijos. Te podrá dar 15 minutos de fama, pero, ¿qué pasará con el resto de tu vida?”.

Esto lo dijo el atleta afroamericano John Carlos hace 48 años. A pesar de que ha pasado tanto tiempo, la frase sigue vigente.

El racismo también.

* * *

Desde hace algunas semanas rondan por Internet camisas quemadas del mariscal de campo de los San Francisco 49ers, Colin Kaepernick.

El atleta afroamericano enfureció a fanáticos del futbol americano cuando decidió no ponerse de pie mientras sonaba el himno de Estados Unidos durante un partido el 26 de agosto, en pretemporada de la NFL.

“No me voy a poner de pie para mostrar orgullo por una bandera y un país que oprime a gente negra y de color. Para mí, esto es más importante que el fútbol, y sería egoísta de mi parte mirar hacia el otro lado. Hay cuerpos en la calle y hay personas que se están saliendo con la suya en esos asesinatos”, dijo Kaepernick en el momemento de justificar por qué se quedó en la banca.

La lucha que representa el mariscal de campo lo ha convertido en un héroe para muchos.

Incluso, ya se convirtió en la imagen de portada de la edición de octubre de la revista Time . El deportista posó de rodillas en su uniforme. El artículo, escrito por Sean Gregory, se titula The Perilous Fight : La lucha peligrosa .

La posición que ha tomado Kaepernick ante el racismo en su país le ha traído también amenazas de muerte. Aún así, el atleta –adoptado por una pareja estadounidense no afroamericana– no ha dejado que esto le reste ímpetu o impulso a su protesta, sino todo lo contrario.

“Si alguien me dispara, solo estará demostrando que tengo la razón en esta lucha”.

Un himno para pocos

Una de las principales razones para que Kaepernick no demuestre el respeto tradicional por el canto nacional como sí hacen otros compañeros de equipo, es que el deportista de 28 años piensa que la letra del himno de Estados Unidos es racista y justifica la esclavitud.

La letra de The Star-Spangled Banner corresponde al poema Defensa del Fuerte McHenry escrito en 1814 por el abogado Francis Scott Key. El himno se conoce sobre todo por su primera parte, que suele ser la única que se canta.

Pero el poema tiene cuatro fragmentos. El tercero es el que se ha convertido en el centro de la discusión. En él aparece el siguiente verso: “Ningún refugio salvará a los mercenarios y esclavos del terror de la huida o la oscuridad de la tumba”.

Esto a menudo se interpreta como una celebración de las muertes de esclavos que combatieron en el lado británico. Sin embargo, esta no es la única razón por la que Kaepernick dejó de profesarle admiración a las palabras del himno.

En una entrevista explicó que desde hace mucho tiempo siente la inquietud por manifestarse acerca de lo que ve y siente a su alrededor.

“Este país evoca por la libertad y la justicia, y esto no está pasando en estos momentos”, comentó el atleta. También habló sobre la brutalidad policial. “Hay personas que están siendo asesinadas injustamente, y no hay ningún responsable que pague. Los policías están recibiendo dinero por matar”.

“Estoy viendo cómo personas sin voz están pasando por distintas situaciones. Personas que no tienen una plataforma para hablar y hacer un cambio efectivo. Así que yo estoy tomando una posición en la que sí puedo hacer eso, por quienes no pueden”.

Guantes de discordia

Lo que Kaepernick representa no es solo una lucha individual, sino que evoca un gesto que sacudió al mundo hace casi 50 años. Durante los Juegos Olímpicos de México, el 16 de octubre de 1968, tres deportistas subieron al podio y abrieron una ventana por la que fue imposible dejar de mirar.

Con un gesto y sin zapatos enojaron a muchos, y honraron a otros.

Era un miércoles, y había llegado la hora de la premiación. Tommie Smith, atleta estadounidense, ganó la carrera de los 200 metros con un récord mundial de 19.83 segundos.

Cuando subió al podio junto al también estadounidense John Carlos —quien recibió el tercer lugar— ambos levantaron su puño en señal de protesta mientras sonaba el himno de los Estados Unidos y se izaba la bandera. En el segundo lugar se encontraba el australiano Peter Norman. Por muchos años, la historia tras la imagen se mantuvo incompleta.

Para empezar nadie entendía por qué Smith tenía el guante en la mano derecha, y Carlos en la izquierda.

Tampoco se hablaba sobre la tercera persona: un atleta blanco, quien no levantó su puño, sin embargo mostró completa lealtad a la lucha que personificaban los otros dos deportistas afroamericanos, utilizando un parche.

Los tres atletas llevaron insignias del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, fundado por el sociólogo Harry Edwards, el cual pretendía boicotear los Juegos Olímpicos. Se llamó La revolución del atleta negro .

La misión era concientizar al mundo sobre cómo Estados Unidos utiliza (todavía) sus atletas negros para proyectar una falsa realidad acerca del racismo en ese país.

El gesto se convirtió en uno de los símbolos más reconocidos del Black Power, la tendencia más radical y crítica en favor de los derechos de las personas afroamericanas. Empero, el acto fue criticado por la revista Time como un saludo “nazi”. Por supuesto que no era así.

El periódico The Chicago Tribune se proclamó en contra del acto revolucionario con estas palabras: “Una vergüenza para nuestro país”, un “acto de desprecio hacia los Estados Unidos” y “un insulto a sus compatriotas”.

Ese miércoles Carlos y Smith no usaron zapatos para protestar contra la pobreza de la comunidad afroamericana, y el collar que usó Carlos representó a los negros que fueron linchados.

Los dos atletas estadounidenses planearon portar los guantes negros, pero Carlos los olvidó en la Villa Olímpica. Así que Norman fue quien le sugirió que Carlos usara el guante izquierdo de Smith. Ese año fue convulso para la comunidad afroamericana.

El 4 de abril, Martin Luther King, Jr. fue asesinado por un segregacionista blanco en el balcón del Lorraine Motel en Memphis (Tennessee). King se encontraba ahí para apoyar a los recolectores de basura negros, quienes estaban en huelga desde el 12 de marzo. El objetivo era obtener una mejora salarial y un mejor trato.

A los afroamericanos se les pagaba $1 y 70 centavos por hora, pero ganaban salario alguno cuando no podían trabajar por razones climatológicas. Los trabajadores blancos sí recibían pago.

Por otra parte, el país se encontraba en la época de la elección presidencial. El ex vicepresidente Richard Nixon (republicano) ganó las elecciones por una pequeña diferencia. A Nixon se le recuerda por varias grabaciones que había realizado de manera secreta desde 1971.

En ellas se conoció qué pasaba por su cabeza cuando no tenía una cámara al frente.

Entre las frases destacadas, el racismo predominaba. “Los italianos no tienen la cabeza en su lugar”; “cuando beben, los irlandeses son insoportables” y “los negros de Estados Unidos “tardarán 500 años en ser útiles para el país”.

Después del gesto, Smith y Carlos fueron criticados por sus acciones. El gobierno de Estados Unidos los llamó un peligro para la ciudadanía. Fueron objeto de abuso y tanto ellos como sus familiares recibieron amenazas de muerte.

Todo importa

La lucha de Colin Kaepernick es parte del movimiento Black Lives Matter , el cual realiza campañas contra la violencia hacia las personas negras, y lucha por un trato igualitario.

Este movimiento político internacional, nació en 2013, con la muerte a balazos del adolescente afroamericano Trayvon Martin.

Después de este suceso, muchas otras muertes de afroamericanos han sucedido a manos de la brutalidad policiaca, algo por lo que Kaepernick también protesta y critica.

Solo esta semana, Alfred Olango, de 38 años, murió durante una protesta a favor de Black Lives Matter , y en North Carolina se prendieron en fuego rótulos para protestar por la muerte de Olango.

Lo que Kaepernick representa no es solo un movimiento social, no es ni siquiera un problema leve, es un acto de desesperación por mostrar lo que sucede en su país y cómo una comunidad entera sufre de violencia desmedida, asesinatos a personas inocentes, y un rechazo social por causa de su color de piel.

El gesto de Kaepernick le dio a cambio también amenazas de muerte. Sin embargo, ha recibido apoyo.

Tommie Smith y John Carlos declararon que se sienten orgullosos del atleta y de su valentía.

“No detesten a este muchacho porque intenta provocar un cambio”, dijo Smith”.

“Es un sacrificio enfrentarse al status quo”, añadió Smith. “Y lo sabemos bien”.

Hasta el presidente de Estados Unidos Barack Obama, mostró empatía y comprensión por el joven deportista.

“Quiero que los manifestantes escuchen el dolor que le puede causar a alguien quien, por ejemplo, tenía un cónyuge o un niño que murió en combate y quiero que piensen por qué les duele ver a alguien que no está de pie durante el himno”, explicó Obama.

“Pero también quiero que piensen en el dolor que puede estar sintiendo alguien que ha perdido a un ser querido quien que fue injustamente baleado hasta su muerte ”.