Alajuelense se engaña a sí misma

Artículo de opinión. Si la Liga quiere creer que jugó igual de bien ante Cartaginés y en todos los juegos anteriores, podría perder la oportunidad de repetir factores que la llevaron a imponerse

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Cual puerta secreta en las páginas de Las mil y una noches, fiel a quien conoce las palabras mágicas, la portería se abrió de par en par para Alajuelense ante Cartaginés. El 5 a 0 correspondió a una especie de ‘Ábrete Sésamo’ que, según los rojinegros, no esconde nada diferente a lo realizado en jornadas anteriores. La contundencia, solo la contundencia, dicen unos y otros.

Desde el técnico Andrés Carevic hasta el presidente Joseph Joseph, de paso por no pocos jugadores, todos reducen el bache del 40% de rendimiento en los diez partidos anteriores a un tema de definición. A nada más.

No sé si realmente lo creen o lo dicen del camerino hacia fuera. En medio, corren el riesgo de engañarse a sí mismos.

“Hicimos exactamente lo mismo que en partidos anteriores”, repitieron.

Cualquiera que haya visto el juego ante Cartaginés sabe que no es cierto. También lo sugieren algunos datos, como los remates directos, a favor y en contra, la posesión de balón, y ese pundonor difícil de medir con números en cada pelota dividida, como si fuera el último partido de sus vidas.

Remates directos: En ninguno de los juegos recientes Alajuelense había logrado 10 remates directos. Aunque ante Grecia sumó 20 disparos en total, una cifra casi incompatible con el 0 a 0 en el marcador final, la gran mayoría resultaron desviados (14). En los demás juegos se quedó en dos remates directos (vs Herediano), cinco (vs. Pérez Zeledón), cuatro (vs. Saprissa), dos (vs. Sporting), seis (vs. Guanacasteca) y así por el estilo.

Dirán que esa es la prueba de la afinada puntería ante Cartaginés. Habría que analizar remate por remate, pero a mi entender no dependen exclusivamente de la técnica del rematador, sino también de la jugada previa que lo deja en mejor o peor posición ante el marco. Tal claridad depende de la elaboración colectiva. En definitiva, Alajuelense hizo cosas que había dejado de hacer.

Aplicación defensiva: Mi padre lo entiende fácil: “Hasta Johan Venegas se metía atrás a defender”. Si a esa voluntad para jugar de área a área le añadimos la voracidad en la disputa de cada balón, el resultado no es solo la impotencia del técnico cartaginés, Paulo César Wanchope, cuando admite que no lograron competir en ese aspecto, sino también las escasas amenazas en el marco defendido por Leonel Moreira (solo dos remates directos del cuadro brumoso).

Si revisamos los goles recibidos por Alajuelense en juegos anteriores, incluyendo el penal sin sentido de Alex López ante Herediano, el balón perdido en defensa por Alexis Gamboa ante Sporting, la desatención ante Jonathan McDonald en San Carlos, es fácil decir que la aplicación defensiva frente a Cartaginés fue otra. Eso va más allá de la mera definición.

Espíritu guerrero: Aunque no tengo forma de medirlo, nadie me convencerá de que la Liga ofreció la misma intensidad en los partidos anteriores. Desde la forma de marcar hasta la de celebrar cada gol -con todos hechos un amasijo, incluyendo a los suplentes- los rojinegros dejaban ver un ingrediente extra.

No todo fue lo mismo, ni solo definición.

Posesión de balón: La posesión de balón tampoco coincide con la de juegos anteriores. Contra Cartaginés, paradógicamente, Alajuelense tuvo menos la pelota (50%) que ante Herediano (56%), Saprissa (62%) o Grecia (66%).

Ya fuera virtud de los brumosos o una concesión estratégica de Carevic (tiendo a creer más en lo primero que en lo segundo, “y también viceversa”, diría Mario Benedetti), a la Liga le favorece cuando sus rivales salen de la trinchera. Entonces, encuentra espacio para las incursiones de Aarón Suárez, Josimar Alcocer puede meter quinta velocidad, Leo Moreira muestra su gran virtud lanzando el contraataque rápido y hasta Freddy Góndola (suplente en los últimos juegos) habría tenido gramilla para dejarse la pelota de más.

Alajuelense tuvo espacio. No todo fue lo mismo. Eso va más allá de la mera definición.

Jerarquía: Dice el diccionario de la Real Academia Española, que jerarquía es la“gradación de personas, valores o dignidades”. Traducido a términos de estadio: Jerarquía es quién manda aquí. Jerarquía es no dejar que se levante el rival que va perdiendo 2 a 0 (no la tuvo al final del partido San Carlos; 2 a 2). Jerarquía es hacer sufrir al rival que juega con un hombre menos (le costó contra Herediano; 1 a 1) y ni qué decir sin son dos hombres menos (contra Pérez Zeledón no se notaba en algunos tramos; 3 a 1). Jerarquía es una mezcla de personalidad y aplicación táctica. A Alajuelense le faltó jerarquía en algunos partidos, no así ante Cartaginés, al que no lo dejó despertar de su pesadilla.

Mucho le ayuda el regreso de Celso Borges, cuya ausencia por lesión coincidió con el bache liguista.

Definitivamente, ante Cartaginés no todo fue igual que en los partidos anteriores. Si Alajuelense quiere creerlo así, se engaña a sí misma.