¿Y dónde están?

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Quienes decían que el gobierno de Laura Chinchilla iba a ser la continuidad del de Óscar Arias, se equivocaron.

En estos primeros 100 días, la administración marcó una fuerte distancia con la anterior y se nota que la Presidenta lleva “mucho tiempo” (palabras suyas) de no hablar con quien le dio impulso como candidata.

Definitivamente, Chinchilla tiene su estilo propio, lo cual, según se analice, puede ser positivo, pero también negativo.

El distanciamiento con los Arias se evidenció con el “pare en seco” que le dio al exministro Rodrigo Arias el 22 de junio por comenzar a hacer campaña electoral prematura. La distinción en estilo se nota con la apertura al diálogo que lidera con la oposición. O, en la buena relación con los obispos.

Pero ese distanciamiento con los Arias le ha pasado la factura al Gobierno, que lo paga con errores y titubeos, sobre todo en la Asamblea Legislativa, donde hace falta espuela... Esa experiencia se obtiene con “horas de vuelo” que no tienen ni la Presidenta, su ministro de la Presidencia o asesores.

El error y el titubeo comenzó con la luz verde que dio la Presidencia al alza salarial de los diputados... Allí, de haber estado abierta la comunicación con los Arias, quizás se habrían dado cuenta de que era hora de ser firmes para evitar tal tropezón.

Esa caída, aunque se le vea como “algo del pasado”, aún tiene y tendrá más réplicas porque hubo una erosión en las relaciones con los diputados opositores que querían el aumento.

En fin, es claro y positivo que este gobierno no sea una continuidad del de Arias pues no se nota a los dos hermanos manejando a Chinchilla como la marioneta que vimos en anuncios de la campaña electoral.

Pero, una vez más: Es bueno tener de lejos a los Arias para diferenciarse, pero también es malo porque se pierden los aportes de su amplia experiencia.

Esto, sobre todo, ante la poca presencia o efectividad mostrada por asesores (sean internos o externos) en este gobierno. Ya esos primeros 100 días que tanto se cuentan desde 1982 pasaron y el Gobierno tiene algunos planes definidos. Sin embargo, para concretarlos no podrá continuar sujeto al error o al titubeo pues el éxito depende de cómo se integre la maquinaria del Ejecutivo con la del Legislativo. Se requiere firmeza, liderazgo y personas que sepan indicar cómo llegar a la meta: los asesores que aún no se han visto.