Trabazón en el debate nacional

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En mi artículo anterior en este periódico, concluí destacando que la ausencia de Rodolfo Cerdas ha dejado una traba conceptual en este espacio y una trabazón en la opinión pública nacional, “ambos términos en su acepción negativa”. Ahora voy a aclarar lo que quería decir.

Entre los numerosos usos del concepto “traba”, que registra el diccionario de la Real Academia, aplico aquí: c ualquier cosa que impide o estorba la fácil ejecución de otra . Y la infausta desaparición de Rodolfo Cerdas de esta página deja una traba en este espacio, porque él era quien menos se servía de diplomacias para criticar la línea editorial u oficial del periódico; y tampoco tenía aprensiones respecto a las opiniones de los demás colegas de Página Quince y miembros distinguidos de la Academia de Centroamérica.

Por otra parte, ¿quién dice que los fenómenos financiero-económicos agregados son separables o no de los político-culturales? ¿Hay jerarquía operativo-funcional en ellos? ¿Preferencia, inclinación subjetiva? En esto reconozco que Página Quince parece mostrar cierto equilibrio, al menos a nivel de palabra o discurso. Pero me atrevo a sostener que no ocurre lo mismo en términos de economía política (clásica). Mi impresión, y ¡ojalá fuera solo impresión!, es que la economía y las finanzas generan los criterios de referencia y preferencia, de hecho o por designio.

Rodolfo Cerdas también fue excepcional en eso. Solía aplicar la perspectiva y el método dialéctico del “Marx joven” y otros comparables de esta época, asentado en las realidades y valores de la sociedad total en contexto internacional, compartiendo sentimientos y preferencias nacionales, ante igualdad de condiciones y circunstancias mundiales.

Lo crítico --es decir, lo peligroso y alentador, a la vez-- es que tales trabas organizacionales o microsociales se entretejen unas con otras, formando verdaderas trabazones inter-organizacionales o macrosociales. Y mi lectura de Rodrigo Facio me convence de que compartiría el pensamiento de científicos sociales angloparlantes de su época, William Thomas y Robert Merton, igual que otros próximos antes y después, como Thorstein Veblen y Anthony Giddens, respectivamente, quienes destacaron cómo las segundas “se vuelven sobre” las primeras, como explicó Paulo Freire, para influir en ellas a través del tiempo, formando verdaderos círculos y cadenas de causalidad histórica, que unas veces son positivas y otras, negativas.

¿Complicado? Un poco, al principio, pero no incomprensible. Al pensarlo y discutirlo, como Rodrigo Facio y Rodolfo Cerdas, se aclaran los “nublados del día”.