Tasas de interés y morosidad

En la base está el grave problema fiscal

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El recrudecimiento de la morosidad que experimentan las carteras de los bancos, en particular los estatales, es preocupante. Su principal origen está en los aumentos recientes en impuestos y, sobre todo, en las tasas de interés sobre los préstamos.

En el caso de préstamos para vivienda, cuya tasa de interés recientemente se elevó cinco puntos porcentuales, el abono mensual por un préstamo de cinco millones de colones sube 20.000 colones, según informó un jerarca bancario; así, el pago puntual se torna difícil aún para un buen pagador. Igual ocurre con el crédito para las actividades productivas. En efecto, como reportamos en nuestra edición del pasado viernes, el porcentaje de la cartera de préstamos con pagos al día se ha reducido y han aumentado los atrasos de un mes y más, en algunos casos de manera significativa.

Esto ha obligado a los administradores bancarios a tomar acciones correctivas, como cobrar solo intereses mientras duren las dificultades macroeconómicas, lo cual implica que el flujo de recursos prestables se reduce.

Como los intermediarios financieros operan con un altísimo grado de endeudamiento (en el caso de los bancos privados su deuda supera unas siete veces el patrimonio y en el de los bancos estatales la proporción es mayor aún) entonces el incremento de la morosidad sobre la cartera de préstamos puede traducirse en insuficiencia patrimonial, que la Auditoría General de Entidades Financieras (AGEF) debe tener muy en cuenta.

En la base del problema están los problemas fiscales, que obligan al gobierno a colocar bonos de manera masiva y al Banco Central a vender bonos de estabilización monetaria y a elevar encajes. La situación, como la reflejan estos síntomas, no es sostenible: difícilmente puede invertir y crecer el sector productivo en general, y en particular la industria de la construcción, cuando el costo del crédito es tan elevado.

Las medidas que han adoptado los bancos para atender esta situación, que se espera sea pasajera, nos parecen adecuadas pero -hemos de destacar- la solución a esos males reside en el equilibrio de las finanzas públicas. Mientras esto no se dé, toda la economía tendrá que pagar los costos del desajuste.

Por lo anterior es que desde este espacio hemos urgido al Gobierno, a los partidos políticos, grupos empresariales y laborales, y al país en general, a que se aboquen a buscarle solución al problema del déficit fiscal, pues mientras él no se resuelva las dificultades, como la que aquí comentamos, estarán a la orden del día.