Sentimentalismo imbécil

Lacsa ya no es nuestra ni da buen servicio ni le encanta la gente

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Desde que en 1951 volé por primera vez a México en los DC-3 de Lacsa, he sido constante cliente de esa compañía. Viajé en los C-46, los Convair, los DC-6 los BAC-111, los Boeing 727 y sus flotas modernas de 737 y Airbus.

Siempre sentí, estúpidamente, orgullo de volar en Lacsa, pues románticamente seguía siendo la línea aérea de bandera nacional y cuyo eslogan, "Nos encanta la gente", sentíamos era cierto. Si se podía volar por Lacsa, la prefería a cualquier otra.

Deterioro y aumentos. Cuando dejó de ser costarricense, sentí el deterioro en la calidad de sus servicios y el aumento, para mí injustificado, de sus tarifas, sobre todo en Centroamérica; escuché o leí las múltiples quejas de otros usuarios. Pero, sentimental al fin, seguí volando por Lacsa.

Cuando en el gobierno de don Rodrigo Carazo, se aprobó una sustancial ayuda económica que le permitió a Lacsa subsistir y crecer, como miembro de ese Gabinete me sentí satisfecho y orgulloso.

Lo que me ocurrió recientemente ha cambiado totalmente mi actitud y considero mi obligación y derecho hacerlo del conocimiento público, para que si todavía quedan sentimentales como yo, tomen conciencia de que ya Lacsa ni es nuestra, ni da buen servicio ni le encanta la gente.

Sin previo aviso. Estando en La Habana y debiendo necesariamente regresar a Costa Rica el 27 de setiembre del 2001, fecha en que tenía reservación, descubrí el día anterior que Lacsa –sin ningún anuncio previo– había decidido cancelar el vuelo de ese día. Les hice ver la necesidad que tenía de viajar el 27, pues el 28 tenía programadas citas de trabajo con personas que habían venido desde el extranjero. Se me dijo que no tenía más remedio que viajar el viernes o comprar un boleto en otra compañía, pues el mío no era endosable ni reembolsable.

De nada sirvió alegar que la condición de no endosable y no reembolsable se refiere a que el adquiriente no puede por su voluntad pedir el reembolso o el endoso, pero que si la compañía en un acto unilateral, sin la cortesía siquiera de un previo aviso hacía imposible el uso del boleto para el día en que estaba programado, era obligación de esta resolver el problema al pasajero perjudicado. De nada valieron argumentos. Se me repitió (muy cortésmente debo admitirlo) que o viajaba el viernes 28 o no viajaba. Terminé comprando un boleto en Copa y viajé el 27 como estaba programado.

Antes, como ya dije, solo volaba en otras aerolíneas cuando resultaba imposible hacerlo en Lacsa. Ahora, solo volaré en Lacsa cuando resulte imposible hacerlo en otra aerolínea.