Póngale azúcar, presidenta

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La presidenta Laura Chinchilla anda enjoscada. Por lo visto, las opiniones de los costarricenses, registradas en la más reciente encuesta de Unimer para La Nación , la tienen a mal traer.

No dudo que a cualquiera el café se le puede transustanciar en vinagre si lee que 9 de cada 10 ciudadanos opinan que el país carece de rumbo.

Tampoco debe ser agradable que el 29% de los consultados considere que la labor gubernamental es mala o muy mala, superior en tres puntos porcentuales a quienes la valoran como buena o muy buena.

Es entendible que tales resultados le preocupen o la irriten, máxime cuando su gestión no llega ni a la mitad del período para el cual fue elegida.

Lo que no es comprensible es que, ante situaciones difíciles sobre las que la mandataria no desea contestar, los guardaespaldas estén recurriendo a los empellones para salvarle la tanda a doña Laura, sacándoles de su paso a los periodistas molestos, por preguntones.

Antenoche, el colega Andrés Martínez, de Telenoticias de canal 7, fue la nueva víctima de esa actitud de matonismo, precisamente cuando quiso conocer el criterio de la mandataria sobre esa falta de derrotero que los costarricenses atisban.

Similares experiencias tuvieron mis compañeros Esteban Mata y Álvaro Murillo, curiosamente cuando pretendían recabar la opinión presidencial sobre temas “incómodos”.

La gobernante y cualquier otra persona están en todo su derecho de no responder, de la misma manera que la prensa, de inquirir. Es más, en nuestro caso, es una obligación y parte inherente del trabajo.

Los funcionarios públicos, comenzando por quien ejerce la jefatura de Estado, deben tener presente lo anterior.

Difícilmente, los esfuerzos por mejorar la percepción sobre la gestión del Gobierno, por parte de la ciudadanía, pueden arrojar frutos si se opta por la fuerza bruta, en vez de la comparecencia ante un reportero.

Es importante que el señor ministro de Comunicación y Enlace, Roberto Gallardo, diga con franqueza si en Zapote prefieren los empujones y codazos en lugar de dar la cara en los momentos más apremiantes.

Y a doña Laura, que se metió en esa camisa porque así lo quiso, un consejito: si la realidad es muy amarga, póngale azúcar para que le baje mejor.