Pedazos de marchamo

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La paupérrima calcomanía del marchamo es el mejor ejemplo de que lo barato sale caro. El problema está en que quitar el adhesivo viejo para pegar el nuevo es un caro desperdicio de tiempo.

Este es el acabose del Instituto Nacional de Seguros: pone a sus clientes, adrede, a malgastar minutos de vida en algo tan trivial como una calcomanía.

En mi caso, desperdicié al menos 20 minutos porque quitar la estampilla requirió algo de técnica dado que el material se tostó en apenas 12 meses.

Al intentar removerlo con los dedos –como debería ser en un producto de calidad–, el sello se fue desintegrando, por lo que debí ir en busca de una cuchilla para raspar los pedazos y la goma que no se desprendían.

El raspado con la filosa punta dejó sus efectos en el parabrisas. Quedó ligeramente rayado. Pero ahí no terminó la historia.

Debí usar un diluyente para quitar la goma (lo único de calidad que pagó el INS), pero, en ese momento, solo tenía alcohol a mano. Así que el nuevo marchamo está pegado entre los restos del otro. Ya finalizado el engorroso trámite de adherir el marchamo, debí buscar cómo limpiar la calcomanía pulverizada que cayó en la alfombra del carro... Más tiempo perdido.

Si el INS respetara a su clientela, habría contratado un producto de calidad, pero, como tiene el monopolio del cobro de marchamos, ignoró los reclamos de la calidad del adhesivo del 2010 y los repitió en el 2011.

Si es por plata, el INS no se puede quejar. Buena ganancia tiene porque, incluso este año, cobró 43% más por el seguro obligatorio a un millón de propietarios de vehículos.

Un millón... Si ese millón de personas gastó al menos 10 minutos cambiando el marchamo (dando por un hecho que hay gente muy hábil o a la que el producto no se le pulverizó), significa que el INS hizo perder a todos, en algo tan simple, 10 millones de minutos, casi 7.000 días.

Eso, sin contar el tiempo en filas que conlleva pagar este impuesto, sobre todo en un mes como diciembre, cuando calles y bancos se llenan de gente.

Es más, le ofrezco disculpas a usted por hacerle perder tiempo en leer un comentario tan insustancial. Me pregunto: ¿En qué país alguien destina un espacio de periódico para comentar la calidad de una calcomanía?

Solo aquí, obligado por el INS, que como dueño y señor del cobro del marchamo, da al cliente un sello barato como comprobante de un impuesto caro.