Inédito en Honduras

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Honduras tendrá, a partir del 27 de este mes, otro mandatario: Juan Orlando Hernández, de derecha.

Esta no es la novedad pues, a fin de cuentas, será un relevo previsto en el cronograma electoral y tampoco el sucesor de Porfirio Lobo representa un cambio de orientación político-ideológica (fue promovido por el Partido Nacional, que está en el Gobierno desde el 2010).

Tampoco hay un golpe de timón, toda vez que el nacionalismo es uno de los dos partidos históricos de Honduras que se han alternado en el ejercicio del poder, generalmente aliados con los militares o desplazados por estos (golpes de Estado).

Lo que sí será nueva, por inédita, es la composición del Congreso que inicia funciones también a finales de enero, y en el cual, por primera vez en la historia republicana, el bipartidismo centenario no será la fuerza omnipresente en el hemiciclo.

Ciertamente, el Partido Nacional tendrá la bancada mayor (47 escaños), pero ahora irrumpe una fuerza diferente que rompe el viejo esquema y tiene un peso nada despreciable: el partido de izquierda Libertad y Refundación (Libre), que debuta como segundo actor (39 bancas) en el Poder Legislativo.

Este hecho, sin parangón en un país que hasta hoy muestra un andamiaje institucional muy débil, planteará una prueba muy importante y bien podría ser trascendental para el desarrollo político futuro.

El test es para todos. Hernández y sus diputados tendrán que negociar pues, a diferencia del panorama actual, no tienen el control de la Cámara (128 miembros). Deberán decidir si transan con su adversario tradicional –el Partido Liberal, con 26 curules– o con un rival ideológico como es Libre.

La izquierda parlamentaria tendrá la oportunidad de plantear sus proyectos sobre el país que quiere, mas en esta línea deberá demostrar madurez e innovación y exhibir que, en verdad, constituye una opción distinta para poder crecer, con vistas a los comicios del 2017.

Para Libre y su líder fundador, el expresidente Manuel Zelaya, se plantea el desafío de la cohesión como fuerza política, toda vez que esta es el producto de la confluencia de sectores diversos: universitarios, sindicalistas, liberales disidentes y gente desencantada.

En fin, veremos cómo se comportan los partidos frente a un panorama sin antecedentes que emergió de las urnas.