Ya no es negocio exportar materias primas

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La situación económica mundial va a seguir deprimida. Según los últimos pronósticos del FMI, la economía en Latinoamérica crecerá un 3%.

En el resto del mundo, los motores de la economía de países como China y a India, han venido desacelerándose y, a su vez, han afectado a las emergentes de América Latina que los suplen de materias primas, como soya, cobre, oro, hierro, aluminio y petróleo, entre otros.

Las economías emergentes que exportan en mayor proporción materias primas, como Venezuela, Perú y Argentina, seguirán dependiendo mucho de sus recursos naturales.

Si estas naciones no diversifican sus exportaciones, seguirán pasando dificultades para llegar a un grado de desarrollo mayor, como sí lo están logrando Brasil, Chile y Colombia.

En Latinoamérica se pueden ver dos tipos de países: los que exportan commodities y los que exportan productos con alto valor agregado. Los primeros, si no aprovechan los excedentes que les dejan los recursos naturales para invertir en investigación y desarrollo, seguirán en el subdesarrollo y con escasas posibilidades para impulsar ciencia, tecnología e innovación.

En la mayoría de los casos, esos recursos excedentes no se utilizan en mejorar la calidad de la educación pública, y por eso las universidades latinoamericanas no figuran en los ránquines de las mejores 100 universidades del mundo, a diferencia de las norteamericanas, europeas y asiáticas.

Capacitación del recurso humano. Es un imperativo que los países de Latinoamérica aprovechen estas épocas de “vacas flacas” para capacitar y mejorar las habilidades y destrezas de su recurso humano, mediante una mayor inversión en educación, de manera que, cuando vengan las “vacas gordas”, logren atraer la mayor cantidad de inversión directa extranjera, pero con alto valor agregado, como Dinamarca, que invierte el 8% de su PIB en educación. Esto le ha permitido que su recurso humano sea altamente competitivo y sea el décimo país más desarrollado del mundo, según el ránquin de las Naciones Unidas al 2013.

¿Qué permite la inversión en educación? Permite tener mejores empleos con mayor remuneración. No es lo mismo ofrecer mano de obra barata, como el caso de algunos países latinoamericanos, que ofrecer mano de obra especializada. Por ejemplo, las maquilas que vienen a Centroamérica pagan salarios de $200 mensuales (mano de obra barata); en cambio, las industrias con alto componente tecnológico pueden estar pagando entre $1.000 y $1.500 mensuales (mano de obra especializada).

Innovación y tecnología. La economía del conocimiento va a desplazar los recursos naturales. Así, aquellos países que inviertan en educación serán más ricos que los que siguen explotando los recursos naturales no renovables. Los términos de intercambio de aquellos países que inviertan en tecnología e innovación serán mayores que aquellos que sigan explotando los recursos naturales sin una visión a largo plazo.

¿Cómo logramos ser países líderes en tecnología e innovación? Hay que invertir por lo menos 7% del PIB en educación (educación superior universitaria y educación técnica).

Muchas veces, las familias de los países latinoamericanos tienen la creencia equivocada de que para tener éxito en la vida hay que estudiar una carrera universitaria, y con mucho esfuerzo pagan los estudios de sus hijos, quienes, cuando terminan, tienen que manejar un taxi porque no encuentran empleo en su profesión.

La economía necesita profesionales, pero mayoritariamente necesita técnicos. La demanda de técnicos ha crecido en mayor proporción que los profesionales; las diferentes cámaras empresariales lo dicen: “Necesitamos más técnicos y menos profesionales”.

Para desarrollar las capacidades del recurso humano, se deben crear, a la par de las universidades, escuelas técnicas que gradúen electricistas, biotecnólogos, mecánicos, técnicos en electrónica y técnicos en equipos médicos, entre otros.

Alfredo Elías Alfaro Ramos Profesor de Economía, Finanzas y Negocios Internacionales, ITCR