En enero del 2010, con gran entusiasmo y movida por un espíritu de solidaridad, compromiso, generosidad y amor al prójimo, ingresé a la Universidad Católica de Costa Rica para cursar un “Técnico en Cuidados Paliativos y Geriatría”; ese fue precisamente el título que vi en un anuncio, promocionado por dicha Universidad, en la prensa escrita de uno de los periódicos de mayor circulación del país.
Movidos primeramente por esa sensibilidad humana, ingresamos al curso alrededor de una veintena de compañeros, muchos de los cuales ya contaban con experiencia en el cuidado a personas adultas mayores, enfermos en condición de vida limitada o enfermos en etapas terminales, pero a la vez con la ilusión de tener un “título” que nos respaldara en el ámbito laboral.
Sin respaldo. Lamentablemente, después de haber avanzado más de seis meses de estudio (el programa completo es de 1 año), nos enteramos de que “por ser un perfil técnico, la Universidad Católica de Costa Rica,ni la Dirección de Maestría de Cuidados Paliativos de dicha Universidad habían planteado las expectativas de aval por colegios profesionales”; es decir, no existía ningún respaldo académico al esfuerzo que se estaba haciendo.
Negativo es no solo que el título no tenga ninguna acreditación colegiada que lo respalde, sino que no fuimos informados oportunamente de la situación a la hora de matricular ni al iniciar el curso; y en el caso particular de algunos de los compañeros, más lamentable aún el gran esfuerzo económico en el que incurrieron ya que habían solicitado un préstamo para poder pagar la Universidad.
Sin embargo, ahí no termina todo: para recibir el título se requiere cancelar ¢25.000,00 por los “derechos de graduación”, pero, además, uno de los requisitos para graduarse es solicitar una “certificación de egresados”, por un valor de ¢2.500,00; es decir, no fue suficiente el pago de casi medio millón de colones por el curso, sino que, además, se deben desembolsar ¢27.500,00 más para optar por un “título sin valor”.
Qué pena que la Universidad Católica de Costa Rica no haya tenido la misma sensibilidad humana que tuvimos los estudiantes del “Técnico en Cuidados Paliativos y Geriatría”.