Villalta celebra a un monstruo

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En un video de 40 segundos, en YouTube, el señor José María Villalta confesó ser el heredero del partido comunista. ¿Usted le entregaría su país a un comunista? A algunos costarricenses parece que no les importaría. Pero, además, en ese mismo video, el candidato presidencial del Frente Amplio celebra la revolución comunista china. Eso me cuesta más aceptarlo y no entiendo cómo podría haber compatriotas que quieran entregarle el país a quien glorifica esa revolución.

Para aquellos costarricenses que desconocen quién fue Mao, el líder de dicha revolución, deseo ofrecerles una resumida semblanza.

Se ha popularizado la noción de que Hitler y Stalin fueron los monstruos gemelos de la historia del siglo XX. Pero el héroe que el señor Villalta celebra es “el tirano más monstruoso de todos los tiempos”. Este juicio lo emiten Jon Halliday y Jung Chang en su libro Mao: la historia desconocida .

Millones de muertos. Halliday, un historiador británico, basa su relato en material histórico que se ha hecho accesible recientemente de fuentes de inteligencia chinas y soviéticas, y en entrevistas con cientos de personas, incluyendo a íntimos de Mao, colegas y víctimas. Establecen que Mao fue responsable de “más de 70 millones de muertos en tiempos de paz, más que ningún otro líder del siglo XX”.

Esta cifra es más elevada de la que ofrecen Stéphan Curtois y colegas en El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión, una obra escrita por profesores universitarios y experimen-tados investigadores europeos, y editada por Courtois, director de Investigaciones del Centro Nacional de la Investigación Científica, la mayor y más prestigiosa organización pública de investigación de Francia. Ellos concluyeron que fueron 65 millones los muertos atribuibles a Mao. Se preguntaron cuál es la relativa inmoralidad del comunismo y del nazismo. Curtois y colegas concluyeron que “el conteo de cuerpos parece favorecer al comunismo como el más inmoral”.

Víctimas del hambre. “Estamos preparados a sacrificar 300 millones de chinos para lograr la victoria de la revolución”, dijo Mao en 1957, un líder amoral que pisotea millones de cadáveres en nombre de una revolución, y que el señor Villalta, un costarricense, celebra. Peor que eso: Halliday y Jung establecen que “cerca de 38 millones de personas murieron de hambre” durante el Gran Salto Adelante de Mao.

El psicópata Mao dijo a la temprana edad de 24 años: “No estoy de acuerdo con la opinión de que, para ser moral, el motivo de nuestras acciones debe ser el beneficio de otros. La moralidad no tiene que ser definida en relación a otros”.

Halliday y Jung relatan la ardiente acogida de Mao a la bomba atómica como un instrumento de caos y muerte. Uno de sus poemas dice: “Una bomba atómica estalla cuando se le ordena. ¡Ah, qué alegría sin límites!”.

¿Es decente celebrar a ese psicópata? ¿Es propio de un candidato costarricense celebrar a quien implantó un régimen de terror que consistía en convertir a los ciudadanos en espías de su gobierno: los niños contra sus padres, los estudiantes contra sus profesores y la gente corriente contra sus vecinos?

Lo que Mao le heredó a su pueblo fue una sociedad clínicamente muerta, “completamente árida, desposeída de civilización, despojada de sentimientos humanos, habitada por un rebaño sin ninguna sensibilidad que automáticamente obedeciera sus órdenes”, como concluyó Jung.

Reforma capitalista. La hoy poderosa y acaudalada China fue rescatada de la pobreza por la reforma capitalista de Deng Xiao Ping. Cuando el señor Villalta elogiaba la revolución china, lo que estaba celebrando era al capitalismo que hizo rico y poderoso a ese país. Así, pues, se contradecía y parece no haberse dado cuenta de ello.

Imagino que el señor Villalta sabe que el régimen que celebra está corrompido. Así lo asegura el mismo presidente de China, Xi Jinping, quien denunció una corrupción de tal grado, que podía “inevitablemente terminar con el Partido y con el Estado”.

Duele que la descomposición de la política en Costa Rica haya llegado al grado de que un candidato a la presidencia celebre la revolución comunista de China y a un monstruo como Mao.