¿Vieron el gorila?

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Un simple y divertido experimento nos ayudó a comprender en 1999 que existe una ceguera intencional en la percepción humana.

El experimento consistía en hacer ver un video a un grupo, y se les pedía contar cuántas veces unos jóvenes vestidos de blanco se pasaban una bola de básquet entre ellos, al mismo tiempo participan jóvenes vestidos de negro.

Al finalizar, el investigador hizo una pregunta curiosa: ¿Vieron el gorila? Más de la mitad no tenía ni idea, en cambio, un 42% sí logró observar a un hombre disfrazado de gorila aparecer por nueve segundos de los treinta que duraba el video.

¿Qué aprendimos de ello? Para la mente humana, es mucho más fácil enfocarse en una tarea y ponerle atención, que tener una perspectiva amplia de lo que está ocurriendo en el entorno. Son las limitaciones de nuestros procesos mentales.

A pesar de que cada vez hay mayor conciencia de estas limitaciones en nuestro procesamiento de la información, abundan quienes dan mayor crédito a su propia opinión y percepción que a un dato más objetivo de la realidad.

Esto se ve todo el tiempo tanto en la comunicación cara a cara, como en la virtual, en las redes sociales. Todas las opiniones tienen la pretensión de ser la verdad, y con el relativismo propio de nuestra época. “Mi ignorancia es tan válida como tu conocimiento” es una frase célebre de Isaac Asimov.

¿Cómo saber si lo que se dice es cierto? Para algunos, el problema se resuelve así: el que más se acerca a como pienso, dice la verdad. O quien es más elocuente, me convence.

Cualesquiera de estas dos soluciones lo que hace es aislarnos cada vez más unos de otros: los que piensan como yo en unos temas y los que piensan diferente.

No deja de existir en ello un profundo egocentrismo. No hay posibilidad de presumir que se puede estar en una posición equivocada y que una idea es más una creencia que un pensamiento ajustado a la realidad de los hechos (entiéndase creencia no en el sentido religioso, sino como algo verdadero).

Admitir que se está en un error, es una postura mucho más humilde y es una puerta para buscar la verdad a partir del diálogo con otros.

Método. El pensamiento científico es un logro de la humanidad, no solo por lo que nos ha permitido conocer, sino porque se basa en el principio de falsabilidad. ¿Qué quiere decir esto? Que toda idea que se considere verdadera debe ser posible de corroborar.

Es decir, buscar más información que refute o confirme esa idea. Si no hay posibilidad de refutar o corroborar lo que se dice, entonces, es un dogma. Mi dogma (entiéndase dogma no en el sentido religioso, sino como una verdad incuestionable).

La intención no es que la gente esté más insegura de lo que piensa, al contrario, que tenga más posibilidades de llegar a consensos con otras personas con base en hechos, datos y otras evidencias que volverán más fundamentados determinados pensamientos.

Esta debería ser una de las razones para estudiar las ciencias en la escuela y en el colegio, el ayudarnos a tener un pensamiento más humilde.

Sospechar de aquello y de aquellos que nos piden aceptar las ideas sin cuestionar. Ver el conocimiento humano no como un acto de egoísmo, sino como un acto colectivo. Una oportunidad de transcender las propias limitaciones, como la ceguera voluntaria, con la ayuda de los otros y ver un panorama mucho rico de la realidad. Esta es una de las nobles tareas que deben realizar nuestros docentes en el aula.

El autor es investigador educativo.