Venezuela, ¿quién tiene las armas?

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“Las lumbres que yo encendí no las apaga cualquiera” vale el añejo desafío mexicano de Allá en la Rancho Grande para identificar, paralelo a la Venezuela de hoy, a punto de cumplirse un año de la muerte de Hugo Chávez, al que le gustaba repetir: “Yo o el caos”.

Y, efectivamente, caos es lo que adorna actualmente al territorio bolivariano. Un país polarizado, dividido, porque el antichavismo asume y resume -así es reconocido- a la mitad de la población. Con un agravante: ¿quién tiene las armas?

Los militares, armados con los más sofisticados y modernos elementos bélicos que el petróleo ha bien pagado, son los mimados, salarios de lujo, del régimen del in-Maduro que, por supuesto, sirven para sostenimiento del regente de Miraflores.

Los estudiantes han salido a las calles de muchas ciudades venezolanas con aires de protesta pacífica. El resultado arrojó un balance tenebroso en los primeros días: tres muertos, 76 heridos y 125 detenidos. Las balas que segaron las vidas de jóvenes indefensos y maltrataron, con huellas de sangre, a otros compañeros, procedían de quienes disponen de libertad para matar: los paniaguados gubernamentales.

El in-Maduro. Hugo Chávez era un populista, pero Maduro es un incompetente ¿A qué jefe de Estado (que es mucho decir) se le ocurriría impartir la orden de detención para un líder de la oposición, acusándolo, además, de fascista? Infantil. La rabieta del “comandante” por el masivo rechazo a su gestión, trata de superarla, en este caso, persiguiendo por tierra, mar y aire a Leopoldo López que ocupó puesto de vanguardia en la demostración estudiantil.

Copia al carbón, fiel sometimiento a los Castro, implacable hegemonía cubana, acusa el desenvolvimiento de in-Maduro en la ruinosa gobernanza de Venezuela. Los hechos vienen a demostrarlo con una claridad que opaca a las decadentes lecciones de La Habana.

Las mayores reservas mundiales de oro negro sólo han servido para convertir a los venezolanos en siervos de un chavismo derrochador y delirante sólo preocupado por mantener a flote y maquillar, con tintes de ejemplo social, a la antillana dictadura más longeva del mundo, consiguiendo, en tan oscuro empeño, la compañía de otras naciones mediante el chantaje del subvencionado suministro petrolero.

Montesquieu y su universal principio de los poderes es teoría borrada del sistema chavista. Asegurado el Ejecutivo, dominio del Parlamento, pelele el Judicial y arrastrado por la fuerza el simulacro del Supremo Electoral. Calcomanía perfecta, típico cuadro cubano, del que solo están ausentes las palmas. Porque a ello, aún más, se agrega la docilidad del ejército.

La segunda parte (nunca segundas partes resultaron positivas) del engendro fidelista, inyectado a la patria de Bolívar, insulta al Libertador y al Apóstol Martí, tergiversados ambos, en gestas y pensamiento, y puestos a decir lo que nunca dijeron, ni concibieron.

El maridaje Chávez/Castro resume para Venezuela una insultante versión de hechos caóticos donde reconocer la sagrada potestad de los derechos humanos es historia de románticos conservadores. Y sigue: corrupción multiplicada. La inflación más elevada sobre nación alguna en el ancho mundo. El más alto índice de inseguridad de Iberoamérica. Un inaudito desabastecimiento de productos de primera necesidad. Escasez de papel higiénico y de impresión. Sin diarios, las malas noticias no existen. Muchos rotativos han cerrado y el resto está a punto de claudicar. Amén de un clima de represión contra la disidencia.

El poeta venezolano, Gustavo Tovar, residente en Morelia, México, es acusado por in-Maduro de ser uno más de los instigadores de las marchas de descontento que se suceden en Caracas y otras ciudades importantes. Tovar respondió a la acusación afirmando que su lugar nativo vive un ambiente pre-apocalíptico.

Amigos armados. Los estudiantes desarmados que abarrotaron pacíficamente calles y plazas se limitaron a formar una vistosa imagen de figuras humanas donde se leía la palabra “paz”. La interpretación palaciega, por el contrario, dedujo y propaló a todos los vientos que allí se gestaba, iniciaba, el desarrollo de un golpe de Estado ¿Quién tiene las armas? Los amigos de in-Maduro, desde La Habana a Buenos Aires, pasando por Quito y La Paz, respaldaron, redoblaron el eco del depredador de Caracas: “Sí, sí”, asintieron. Los nubarrones de un violento cambio de poderes se esconden tras el descontento estudiantil, ¿hipocresía generalizada o disimulado deseo de que sea cierto el relevo del incompetente sucesor de Chávez?

La ONU, UE, OEA e instituciones internacionales varias alzaron sus voces de crítica contra la trascendente tragedia de sangre en Venezuela. El ALBA, Unasur, Mercosur y Celac dan la espalda al desafuero de in-Maduro.

Costa Rica preside, pro témpore, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) mando entregado recientemente en La Habana, que tuvo por testigos a 32 gobernantes, en ceremonia oficial. Una brasa que implica obligaciones, no ceguera ni evadir el compromiso con dejar pasar, dejar hacer. ¿Y…?

La democracia costarricense es orfebre de libertades. Zapote-Casa Amarilla ante la gran oportunidad. Verbo solemne, ocasión seria… y serena. Venezuela tiene las armas y la desarmada Costa Rica, la responsabilidad. Y la brújula genuina para guiar con la regla maestra de Juárez: la paz.