Vaqueros del espacio

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Los debates en el Capitolio de Washington sobre asuntos presupuestarios suelen ser tediosos y aburridos. Durante las discusiones, más de una vez, el directorio necesita intensificar sus llamadas a fin de que los congresistas retornen y voten en favor o en contra de determinados programas, ya sean los de interés para la Administración demócrata o bien para la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.

En el Senado, con una estrecha mayoría demócrata, los resultados penden muchas veces del filibusterismo, la controversial técnica para entrabar algunas leyes. Igual ocurre en los comités que previamente analizan proyectos y les dan, o no, el pase al plenario.

El jueves pasado, el Comité sobre Ciencia, Espacio y Tecnología de la Cámara de Representantes discutió un plan de la NASA conocido como Misión para Redirigir Asteroides. Este interesante proyecto permitiría que una nave no tripulada se encuentre con un asteroide de mediano tamaño (de 6 a 9 metros de diámetro) y lo envuelva con un mecanismo que posibilitaría mover el asteroide a una órbita lunar.

El asteroide podría entonces ser visitado por un equipo de astronautas a bordo del Orión, un vehículo que está siendo desarrollado conjuntamente con un cohete capaz de alzar cargas pesadas en el espacio. La NASA aboga en favor de este proyecto por el avance que marcaría en el conocimiento de los asteroides y sus implicaciones, sobre todo de carácter científico y estratégico.

Cuando apenas se gestaba esta iniciativa, hubo publicaciones que llamaban al proyecto “el enlace de asteroides”, dándole aires de los coloridos relatos de vaqueros enlazando ganado en el oeste del país. Otra corriente crítica de los planes espaciales de la Administración ha apuntado a los gigantescos costos que el programa conllevaría.

Cifras astronómicas. Un estudio de expertos ajenos a la Administración estima que la porción de secuestrar el asteroide y redirigirlo a una órbita lunar andaría por $2.500 millones. La NASA lo calcula en $1.000 millones. Una u otra cifra sugiere megacantidades de tesoros fiscales que solo se encuentran en las novelas de ciencia ficción sobre aventuras siderales.

Con todo, el programa está colmado de incertidumbre. Con solo el cuestionario sobre los detalles del asteroide, su tamaño, su composición, su velocidad, y otro manojo de acertijos físicos y geodésicos, la inmensa pregunta que surge es: ¿dónde encontrar un asteroide con los requisitos de la NASA para convertirse en estrella de esta empresa galáctica?

Un vocero de la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, el representante Laman Smith, de Texas, declaró al Wall Street Journal que el programa propuesto no perfila avances científicos, no ofrecería protección de asteroides peligrosos ni proyecta la tecnología que permitiría una exploración más profunda del espacio. Sobre todo, señaló el congresista, “necesitamos más información antes de gastar miles de millones de dólares de los norteamericanos”.

NASA está decidida. La NASA se mantiene resuelta a llevar a cabo este programa sobre asteroides. Hay miembros de la minoría demócrata que acusan a los republicanos de recurrir al partidismo y oponerse a todo lo que venga de la administración Obama. A esto responde la mayoría de la Cámara con el mensaje de que la propuesta demócrata no ofrecería respuesta a las necesidades de modernizar el equipo necesario para adelantar el viaje humano en el espacio.

En todo caso, el Comité aprobó la propuesta general de la NASA, excepto el programa para capturar asteroides, con una nota de reserva concerniente a la información sobre el plan que exige la Cámara. En otras palabras, el sueño de enlazar asteroides se queda aguardando un torrente de información adicional.

Sin embargo, la vida de proyectos, en los tortuosos caminos parlamentarios, muchas veces ofrece sorpresas. Hay quienes esperan que el rechazo de la Cámara de Representantes se transforme en una aprobación del Senado. Vendrán entonces más conversaciones en la Conferencia de ambas cámaras y, por algún recodo, la iniciativa resucitará. Eso es lo que esperan quienes la defienden. Al fin de cuentas, los sueños de la fantasía sideral lucen, de alguna manera, sueños prometedores.