¡Usted paga las cornadas y los revolcones!

Un paso en el sentido correcto para sacar a los depredadores de la CCSS

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Si usted cotiza para la Caja Costarricense de Seguro Social, aunque repudie la barbarie medieval de los toros a la tica, posiblemente tendrá que pagar por cada cornada o revolcón que el cuadrúpedo le dé, a un ser supuestamente más inteligente, quien en uso de sus “facultades” decide metérsele al animal, sin que quede claro a quién habría que darle el calificativo, si a la bestia o al torero.

La Municipalidad de San José ya proclama con bombos y platillos las ganancias millonarias que le dejará en sus arcas el festejo de fin y principio de año, y el Instituto Nacional de Seguros sacó el capote para quitarse el tiro y establecer claramente (según ellos) que el Seguro Social deberá ver cómo se las agencia para recuperar el gasto que significa la atención de toreros improvisados y montadores, cuya vida se ha tasado por el asegurador en un millón de colones, y las lesiones, en doscientos mil.

Aunque la Constitución y la ley son claras al establecer que la CCSS administra un seguro de salud y maternidad, no así los accidentes de tránsito y otros riesgos, lo cierto es que la aseguradora que hasta hace poco tenía el monopolio y otras que emergen en el mercado no tienen un sitio para atender a los pacientes con estas urgencias y sí muchas agencias recaudadoras en todo el país, como una evidencia clara de que interesa el negocio con total desprecio del cliente.

El balance de fin y principio de año, únicamente en el caso de los festejos de Zapote, ameritó el traslado a hospitales y clínicas de 67 personas, quienes, estando completamente sanas, por una decisión temeraria de lanzarse al ruedo, terminan en el mejor de los casos con un vendaje, en otros más severos con complejas cirugías y, en el peor para sus familias y deudos, con una cruz sobre su lápida.

Cerrado el capítulo taurino de Zapote, ahora las plazas se suceden en prácticamente todo el territorio nacional para lucro y beneplácito de algunas televisoras, que además medran con la noticia que genera cada revolcón o cornada, celebrada por bufones con chistes trasnochados y voces altisonantes que como máxima expresión de solidaridad únicamente se limitan a decir ¡uuuyyy...! para proseguir luego con sus risas bobaliconas.

Al Seguro Social se le han encargado muchos hijos no pedidos a lo largo de sus más de 71 años de vida; en tanto, los padres de las criaturas siguen llenándose los bolsillos, sin asumir la cuota de responsabilidad que les compete.

Algunos dicen defender la conquista de la seguridad social y lo usan como señuelo en prematuras campañas electorales; sería bueno que desde ya dejen de ver los toros desde la barrera y se lancen al redondel a corregir los despropósitos que hoy la obligan a pagar las cornadas y los revolcones de los temerarios irresponsables que juegan con su vida, y cada uno de los cotizantes asume con la planilla.

Bien hecho por las autoridades de la Caja de poner al cobro cada cinco que genere la atención médica de montadores e improvisados, otro paso en el sentido correcto para sacar a los depredadores de la benemérita institución. Es tiempo de ponerle las banderillas a quienes hacen negocio con la estupidez ajena.