Una visión municipal correcta

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En su obra La estructura de las revoluciones científicas , Thomas Kuhn desarrolló la tesis de los paradigmas, concepto que aludía a la existencia de etapas determinadas por parámetros en los que coincidía la comunidad científica en cada tiempo histórico.

Desde otra perspectiva –la estrictamente sociopolítica–, Víctor Raúl Haya de la Torre promocionó la idea del espacio tiempo histórico.

Pues bien, a raíz del cúmulo de fenómenos que hoy atestiguamos, diversos pensadores llaman a la presente la era del conocimiento o era digital.

La era digital del conocimiento sustituyó el paradigma de la era industrial, surgida a partir del invento de la máquina de vapor de James Watt, a finales del siglo XVIII.

En términos generales, la era industrial revolucionó el concepto de la organización humana, cuyo ideal en la época estuvo signado por la creencia de que el poder primero debe concentrarse, para después redistribuirse. Tal concepción marcó el diseño del poder estatal durante todo ese periodo. Por ello, nunca fue tan fácil la entronización de los totalitarismos como en esa era.

Descentralización. Así como la irrupción de la era digital del conocimiento varió la estructura de la organización productiva, igualmente lo está haciendo con la organización política. A diferencia de la era industrial, durante la cual la organización humana se caracterizó por la concentración piramidal y vertical del poder, en la era digital del conocimiento la organización humana se está caracterizando por la concepción horizontal y descentralizada de este. Ya no se concibe la idea de que el poder debe concentrarse para, posteriormente, redistribuirse, sino que, en un sentido inverso, es de carácter reticular desde su origen y el empoderamiento centralizado es mucho menor.

Si el Estado moderno con el que deberíamos soñar debe tener estas características, entonces es indispensable una mejor descentralización del poder, de tal forma que exista un mayor protagonismo de las formas de organización política que son más cercanas a la comunidad nuclear.

Las organizaciones que agrupan regiones de cantones cercanos, los gobiernos municipales, las asociaciones comunales y vecinales, entre otras, deben ser las nuevas grandes protagonistas de la polis moderna. De ahí la importancia de que cada gobierno municipal se caracterice por una visión coherente que adapte las necesidades de su comunidad a las generales del país. Por tener claro este principio, es que me ha impresionado la visión del gobierno municipal de Orotina. Dicha corporación está dirigida por la alcaldesa Margoth Montero Jiménez, una profesional competente, que está implementado cuatro líneas de acción que armonizan las necesidades locales de su cantón, con aquellas generales de nuestro país.

Estudio conjunto. La primera línea de acción fue puesta en marcha en cooperación con la Fundación Georgia Tech. Juntos estudiaron la viabilidad del cantón para albergar grandes empresas de inversión extranjera. En el diagnóstico intervinieron también otras entidades como Cinde y las autoridades regionales portuarias de Caldera.

Como parte del esfuerzo se elaboró un documento comparativo de diversos parques logísticos latinoamericanos, como el de Calamanda, el de Guadalajara y el Caribe de Barranquilla.

Están convencidos de que la comunidad tiene condiciones geoestratégicas para instalar un núcleo logístico que incentive la instalación de grandes empresas, y están determinados a lograrlo.

Zona económica La segunda línea de acción municipal consiste en el establecimiento, en su jurisdicción, de una Zona Económica Especial. Casualmente, en los últimos años he venido escribiendo sobre la necesidad de establecer un nuevo marco jurídico que permita reimpulsar lo que en el pasado se logró mediante los regímenes de zonas francas.

Estos espacios empresariales -vigorosamente promovidos durante la administración de Luis Alberto Monge- facilitaron el marco legal para la instalación de muchas nuevas industrias en nuestro territorio y fortaleció la política de promoción de exportaciones. Esto contribuyó a sacarnos de la grave crisis precedente.

Hoy se necesita reimpulsar lo que en su día fue el régimen con un nuevo marco legal más amplio, que no solo garantice seguridad jurídica, sino también mejores condiciones de operación, de tal forma que el país sea mucho más atractivo para las empresas internacionales, en especial, las de alta tecnología.

Pese a los encomiables esfuerzos de entidades como Cinde o Procomer, en el país no existe una política pública estable y, menos aún, un marco legal consistente que lo haga atractivo para un establecimiento sostenido de empresas extranjeras. Pues bien, esa municipalidad está haciendo un esfuerzo local encomiable por establecer en su comunidad una Zona Económica Especial.

Aeropuerto. La tercera línea de acción municipal en Orotina consiste en construir un nuevo aeropuerto internacional metropolitano. Para ello, han ubicado el megaproyecto en un terreno de 600 hectáreas en el distrito La Ceiba.

La idea es desarrollar un complejo de dos pistas de aterrizaje, varios edificios terminales, de control, zonas de seguridad y talleres. El sueño de la alcaldesa y su equipo es que este hub internacional arranque operaciones en el 2025.

Centro neurálgico. Margot es una quijotesa. Está convencida de que, de lograrse el proyecto, su cantón se convertirá en un gran centro de actividad industrial, comercial y de servicios. Su sueño es hacer del cantón alajuelense el nuevo punto neurálgico de la Costa Rica del siglo XXI. Como sabe que es imposible lograrlo sin una apropiada vía de acceso a la región, ha tocado insistentemente la puerta del Gobierno para que se inicie, lo antes posible, la ampliación de la ruta 27 a cuatro y más carriles. Esa, por cierto, es su cuarta línea de acción que, como ella misma dice, es la más urgente.

Orotina es ejemplo de lo que es una visión municipal correcta. Es el ideal del gobierno descentralizado del nuevo siglo. Un esfuerzo local con visión nacional. La dificultad es tener tales ilusiones municipales en el contexto de un gobierno nacional que aún no define una agenda nacional u hoja de ruta.