Una profesional entregada a la salud mental juvenil

La figura del adolescente aparece por primera vez en las instituciones costarricenses gracias a la psicóloga Dina Krauskopf Roger

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El golpe de Estado que derrocó al presidente chileno Salvador Allende, el 11 de setiembre de 1973, trajo a Costa Rica una serie de beneficios fortuitos, producto de las migraciones forzosas derivadas de la grave crisis política. Uno de ellos fue la llegada, a comienzos del año siguiente, de Dina Krauskopf Roger.

Sensible a las necesidades sociales, insatisfecha con el predominante machismo de la época y perseverante hasta el agotamiento, Dina fue una figura clave durante décadas en la política nacional en relación con la adolescencia, junto con otros actores sociales y académicos.

Marcó una pauta significativa influyendo en cientos de estudiantes y profesores de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica, al abrir el camino e iniciar los primeros cursos electivos y foros sobre juventud, un tema hasta entonces desconocido.

Luego, en el Instituto de Investigaciones Sociales, en colaboración con diversas universidades internacionales, lideró la validación en Costa Rica de la prueba de Rorschach (serie de imágenes para evaluación psicológica), la exploración sobre los efectos de la marihuana en poblaciones vulnerables (sí, en la década de los setenta), las acciones para la prevención de la violencia o las circunstancias del embarazo de las adolescentes, entre numerosos estudios más.

Estos esfuerzos sentaron las bases científicas para el tratamiento de la salud mental, que luego fueron aplicados por varias generaciones de profesionales dentro de estas disciplinas.

Como consultora de diversas organizaciones e instituciones, trabajó incansablemente en la recaudación de fondos para instaurar programas de capacitación, educación y defensa de los derechos de esta población.

Dina tuvo un papel vital en la fundación del Consejo de la Persona Joven, adscrito al Ministerio de Cultura y Juventud. A comienzos del siglo XXI, “con más entusiasmo que recursos”, como suele decir, participó en la creación de la Política Nacional de Juventud, votada en una asamblea de jóvenes del país.

Poco después, impulsó activamente la creación de la Ley General de la Persona Joven, que planteaba una “postura de avanzada” en la defensa de esta población.

Sin embargo, para ella, el mayor éxito de su carrera fue la participación en las comisiones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) que crearon el Programa de Atención Integral a la Adolescencia.

De esta forma, la figura del adolescente aparece por primera vez en las instituciones, se le reconoce y se toman acciones concretas a su favor, incluida la atención médica con particular sensibilidad por las necesidades propias de este momento de la vida.

Aunque su llegada a esta disciplina se dio de manera fortuita, su pasión se consolidó porque, según su visión, “adolescencia y juventud son un tema y una causa”.

En el primer caso, porque se sufre invisibilización, estigmatización y patologización; en el segundo, porque los grandes cambios biológicos definen, con mayor intensidad, la interacción del individuo y las metas socialmente disponibles, es decir, no se trata de algo estático, sino de dinámicas que “exigen tomar permanentemente el pulso de los tiempos”, fiel a su estilo personal.

Dina, por tanto, colocó la adolescencia en el mapa de la psicología y otras disciplinas en nuestro país y el resto de América Latina. Su legado es considerable, y es una razón de peso para agradecerle ahora que regresa a Chile.

ricardo.millangonzalez@ucr.ac.cr

Norma Brito de la Cuesta es psicóloga clínica.

Ricardo Millán González es médico especialista en psiquiatría y profesor asociado en la Universidad de Costa Rica.