Una lección política de altura

Costa Rica es lo que es gracias a Rodrigo Arias y a don Óscar

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Con la mente y el corazón ahora un poco más fríos, luego de acompañar a Rodrigo Arias Sánchez a la conferencia de prensa donde anunció que renunciaba a sus aspiraciones como candidato del PLN, quiero compartir algunas reflexiones.

Cuando conocí a Rodrigo Arias en persona en el Gobierno de don Óscar, en el año 2006, al principio me asustó un poco. Lo vi como un señor muy serio, con cara de medio bravo, pero poco a poco a lo largo de esos 4 años, al trabajar con él, codo a codo y hombro a hombro, percibí su verdadera esencia de hombre inteligente, ejecutivo, amante de la tecnología, divertido, sensible, dispuesto a ayudar y a escuchar a los ministros, sobre todo a aquellos que, como yo, teníamos nula experiencia en la función pública.

Nunca olvidaré su apoyo a los proyectos que implementamos desde el Ministerio de Salud, sus buenos consejos y su análisis crítico como conocedor de la situación nacional. Me impresionó sobremanera su capacidad de negociación al convocar personas con criterio diferente y lograr acuerdos, para salir de la reunión con un norte trazado. Tanto a Rodrigo Arias como a don Óscar los respeto y los admiro, pero, con el paso de los años, al conocerlos mejor, además de ese reconocimiento a sus capacidades y compromiso, he desarrollado hacia ellos profundo aprecio y afecto.

Les agradezco a ambos haber apoyado al Ministerio de Salud y darle su lugar como rector; su confianza en mí para llevar hacia delante diversos proyectos sociales, entre ellos el cierre de Río Azul, y su conversión a un sitio seguro en beneficio de esa comunidad. Luego de su cierre e intervención pude dormir tranquila, durante los inviernos, sin la preocupación de que la ladera sur se derrumbara sobre toda una comunidad.

Gracias por apoyar los esfuerzos para que nuestros niños y niñas tengan acceso efectivo a un esquema de vacunación de primer mundo que los proteja contra enfermedades que son prevenibles. Hoy en el Hospital de Niños ya no veo los casos de varicela que antes dejaban lesiones para toda la vida, niños que fallecían o sobrevivían con secuelas por neumococo, familias que perdían a sus hijos por infecciones por tosferina. Ahora ya no tenemos el temor de tener casos de polio secundario a las vacunas orales, pues los vacunamos con una vacuna intramuscular segura. Esta es mi recompensa por los años servidos.

Gracias por el apoyo y por creer en la necesidad de fortalecer los CEN-CINAI, programa que, al extender su cobertura, ha ampliado sus beneficios e impacto positivo en los niños de familias de menores recursos y mayor riesgo social. Gracias por el apoyo para el control del dengue, la malaria y para contener la pandemia de AH1N1, aunque para ello haya sido necesario cancelar los carnavales de Limón y la romería a la Virgen de Los Ángeles. El apoyo de Rodrigo Arias a la FIV, a las sociedades de convivencia, a los derechos sexuales y reproductivos también son dignos de mencionar. Es difícil asumir esas banderas, pero le reconozco que lo hizo porque cree y es un defensor de los derechos humanos.

Cuando me llamó para que lo acompañara en una eventual campaña hacia la Presidencia de Costa Rica, me sentí muy honrada y muy ilusionada. Sabía que, de llegar a la Presidencia, los planes y proyectos del campo de mi experiencia iban a desarrollarse con fluidez. Le agradezco a Rodrigo Arias considerarme como su aliada. Al renunciar, no he de negar que me sentí triste, no por él o por mí, sino porque Costa Rica iba a perder de la oportunidad de conocer sus proyectos y sus ideas para una Costa Rica con mayor desarrollo, una Costa Rica mejor.

Hago pública esta carta porque considero injustos los ataques de los que ha sido víctima; las ofensas, las descalificaciones que algunos han emitido. Sé que los ataques de los enemigos duelen menos que los silencios de los amigos, así que no puedo, ni quiero ser una amiga silenciosa. Además, lo hago por ese hermoso grupo de jóvenes aristas, idealistas, esforzados y comprometidos con nuestro país. Ellos deben saber que no es cierto que en política se hacen enemigos de verdad y amigos de mentira; en política ¡también se hacen amigos de verdad! Rodrigo Arias nos dio una lección política de gran altura: nos demostró, con la renuncia a sus aspiraciones presidenciales que sabe tomar decisiones con evidencia y que respeta la opinión de la mayoría, aunque esta no le sea favorable. Eso habla mucho de su calidad como persona y de sus capacidades como político honesto.

Miguel de Cervantes, en uno de los más hermosos pasajes de Don Quijote, escribió: “–No huye el que se retira – respondió don Quijote –, porque has de saber, Sancho, que la valentía que no se funda sobre la base de la prudencia se llama temeridad, y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a su ánimo. Y, así, yo confieso que me he retirado, pero no huido, y en esto he imitado a muchos valientes que se han guardado para tiempos mejores, y desto están las historias llenas, las cuales, por no serte a ti de provecho ni a mí de gusto, no te las refiero ahora”. Rodrigo Arias se retira gracias a su ánimo, a su prudencia y a su valor; espero que se guarde para mejores tiempos.

En el epitafio del estadista y político socialdemocráta alemán Willie Brandt, se lee: “Se tomó la molestia”. Costa Rica es lo que es gracias a que políticos, hombres y mujeres de carne y hueso, decidieron “tomarse la molestia” y enfrentarse a los obstáculos con valor, tomando las decisiones difíciles y acertadas: en educación, en salud, en seguridad, abriendo Costa Rica al mundo, aboliendo el Ejército...

Costa Rica es lo que es gracias a personas como Rodrigo Arias y como don Óscar, y por eso me siento muy orgullosa de ser su amiga.