Una alianza diversaen una Costa Rica diversa

Hoy es necesario avanzar en una agenda común de proyectos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En su editorial del pasado 27 de enero, titulado “ El programa de la alianza ”, La Nación resalta nuestra coincidencia sobre la necesidad de que la agenda de la alianza por Costa Rica incluya el compromiso de permitir la votación de proyectos prioritarios para sus distintos integrantes. Es cierto, en esto coincidimos. Pero no vemos las insalvables contradicciones que el editorialista divisa en el horizonte.

La alianza surgió como una necesidad sentida por una mayoría de la población –y así lo siguen mostrando las encuestas– de establecer un contrapeso a la concentración de poder institucional por parte del PLN, dañina para la democracia.

Se trata de una alianza con diversidad de ideologías cuya supervivencia depende del diálogo, la negociación constante y, sobre todo, de anteponer el interés nacional al de cada partido, atendiendo al deseo ciudadano de buscar la unidad en la diversidad hasta donde sea posible.

Cambio de panorama. En el debate político, se comenzó a hablar de un naciente cambio generacional. Surgida con fines parlamentarios, el entusiasmo por la posibilidad de que cambiara el panorama político nacional llevó a verla como el núcleo para una amplia coalición electoral futura.

Ese panorama fue trastocado por el pacto unilateral del paquete fiscal, tema que mantiene hoy empantanada a la Asamblea Legislativa, así como a la vida política del país. Esto solo favorece a los partidos tradicionales o, si se quiere, a la política tradicional que todavía respira al interior de los viejos partidos y de algunos no tanto.

Pero ha llegado el momento de evaluar los logros y aprender de los errores. La prioridad era frenar la “dictadura en democracia”, fortalecer el control político, tender puentes y generar confianza entre las fracciones. Hoy, para dar respuesta a esas necesidades sentidas de las mayorías, es necesario avanzar en una agenda común de proyectos.

Para el Frente Amplio esto no es nuevo ni extraño. Nos nutrimos de la tradición histórica de una izquierda que fue capaz de establecer alianzas que parecían imposibles, para plasmar el capítulo de las garantías sociales y otras importantes conquistas de las mayorías costarricenses.

Y somos una agrupación estudiosa de la realidad presente, que aspira a construir un amplio espectro de alianzas cuyo eje siga siendo la defensa y promoción de los derechos y aspiraciones de las mayorías frente al afán de lucro, la corrupción y la prepotencia del poder económico y político.

Sociedad diversa. La alianza también es el reflejo de la sociedad costarricense actual, que se caracteriza por una gran diversidad cultural y política; las viejas opciones son insuficientes. ¿Cuáles son los límites de las negociaciones que el Frente Amplio es capaz de establecer? Eso dependerá de la capacidad de cada aliado de coincidir en este objetivo principal de hacer de Costa Rica un país solidario e inclusivo.

Podemos tener mucha más coincidencia con quienes defienden las libertades y derechos individuales, la separación de poderes y el laicismo del Estado moderno, que con los comunitaristas que, en nombre de sus particulares confesiones, pretenden negarlos a las mujeres y a las personas no heterosexuales.

Pero también creemos que electoralmente las alianzas tenderán a decantarse hacia una agenda progresista. Costa Rica es un país arrasado por 25 años de rampante corrupción política y políticas neoliberales que han disparado la desigualdad y la violencia. El espectro de la derecha está copado por el PLN. Urge una alternativa real.

En todo caso, proteger el agua en la Constitución como un derecho humano y un bien público es una necesidad y una prioridad nacional, compartida por la gran mayoría del país. Concretar su aprobación después de diez años de bloqueos y frustraciones bien vale nuestro voto para conformar un directorio legislativo multipartidista.

Hacer política en la Costa Rica actual es más complejo que en el pasado reciente, cuando el bipartidismo dominaba el escenario y las simpatías se dividían maniqueamente, con un fervor semejante al que se expresaba en una final entre la Liga y Saprissa. Hoy, hasta el panorama futbolístico es más variado.

Por eso, el Frente Amplio seguirá haciendo política en el sentido de construir esa alternativa que sigue siendo un deseo manifiesto de la población costarricense. Hasta donde sea posible.