Un tranvía para San José y un tren centroamericano

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El empeño que ha puesto el ingeniero Johnny Araya, alcalde de San José, por construir un tranvía, me motivó a escudriñar en el cercano pasado de dicho medio de transporte y también del ferrocarril costarricense.

Según una obra escrita en 1911 por el señor Manuel Sáenz Cordero intitulada “Los ferrocarriles de Costa Rica”, para el año 1909 el tranvía josefino tenía una extensión de 11 km 896 metros y movilizó durante ese mismo año –léase bien– a 1.159.398 pasajeros, teniendo puntos altos de traslado de personas en los meses de enero (108.692), octubre (107.044), noviembre (104.001) y diciembre (119.610). El año 1909 superó los 895.133 pasajeros transportados en 1908. Lo más llamativo de estos datos es que para estas fechas la población total del país rondaba los 379.000 habitantes.

En esa misma época, el desarrollo ferroviario en Centroamérica la resume el autor Sáenz Cordero (véase tabla).

Nuestro país mostraba, con la segunda menor población en el área, el segundo lugar en extensión de los líneas férreas en uso apenas superada por Guatemala que le quintuplicaba en habitantes.

Estos datos de hace un siglo representan materia prima para múltiples y muy diversos abordajes. Solo evocarlos generan toda una suerte de nostalgia y suspiros. Me quiero centrar en un abordaje que me resulta de muy particular importancia: los grandes proyectos que involucran el quehacer de los habitantes conllevan identidad y pertenencia.

Los costarricenses resentimos la parálisis estatal y municipal para poner en ejecución grandes obras que reinventen el tránsito vehicular y peatonal en la Gran Área Metropolitana y que permita mejorar la calidad de vida y las condiciones laborales de miles de costarricenses que en ella residen y trabajan. Este anquilosamiento se refleja en la desesperanza de una población urgida de respuestas y de confianza en el manejo de la cosa pública.

Lo mismo sucede en el istmo centroamericano: existe un modelo de integración (el SICA) que se conoce muy bien –por defecto o por exceso– en esferas académicas y políticas, pero que ha fluido y fluye muy alejado de los pobladores comunes. Un megaproyecto para construir un tren centroamericano, que corra de modo paralelo al Sistema de Interconexión Eléctrica de la Región, tendría múltiples beneficios en ámbitos como el turístico, en el campo cultural, en el comercio intra- y extrarregional, en el desarrollo de nuevas oportunidades para actividades económicas ahí por donde pase la línea férrea y se establezcan sus estaciones, y, sin duda, en el campo medio ambiental.

Ambas iniciativas se vinculan entre sí para devolver esa esperanza perdida y esa identidad y sentido de pertenencia notable y progresivamente debilitada.

El tranvía en San José y una futura extensión como metro a las provincias circunvecinas es un proyecto que debemos respaldar como un proyecto nacional. El tren centroamericano es una quimera... con la que los invito a soñar.

Edgardo Campos Espinoza. Abogado, máster en Derecho Comunitario