Un siniestro En vela

Julio Rodríguezes una persona poco profesional, incoherente, de mala fe...

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Existen dos razones principales por las que uno podría estar “en vela”. Una de ellas porque la conciencia y las preocupaciones le reclaman y le quitan la tranquilidad, lo que sin duda imposibilita conciliar el sueño. Otra, porque se está vigilante, en guardia, atisbando algún acontecimiento, normalmente ocultándose para disimular la presencia, en forma siniestra y malintencionada; esperando un descuido para atacar a traición. De lo contrario, se duerme como un lirón.

En días pasados, ambas razones de actuar pusieron en evidencia a don Julio Rodríguez, luego de que el expresidente Óscar Arias lo interpeló con fuerza y aplomo; hasta el punto de desenmascararlo como el “asesor siniestro” que ha sido de algunas figuras políticas en algunos Gobiernos que se lo han permitido. Nada le duele más que un noa sus “sabios” consejos, nada lo desvela más. Así, avergonzado y malhumorado, Rodríguez quedó más “en vela” que nunca, se aprestó a buscar su nueva víctima, y lanzó sus dardos venenosos sobre quien suscribe estas líneas.

Descalificaciones. Fui el flanco de sus intentos desesperados para tratar de descalificar el sólido acuerdo adoptado por la Fracción Legislativa del Partido Liberación Nacional, que valientemente le dijo no más a sus insultos, a sus bravuconadas, a sus ofensas y, sobre todo, a su odio eterno en contra de nuestro Partido Liberación Nacional. Recurrentemente, le han molestado los logros del PLN, pero más cuando estos han sido promovidos por tres de sus máximos lideres históricos: José Figueres Ferrer, Daniel Oduber y Óscar Arias.

Y todo vino a ocurrir porque al señor Rodríguez lo desnudó el expresidente Arias de cuerpo entero cuando le dijo lo que nadie se atrevía a decirle, y que muchos compartimos: que es una persona poco profesional, incoherente, de mala fe, capaz de tirar a la basura los principios éticos del periodismo para promover –sin verguenza alguna– acusaciones infundadas contra ciudadanos honestos.

Don Julio nos tiene acostumbrados a ataques despiadados e irrespetuosos, pero también está mal habituado a que no se le responda. Por eso, ciertamente no esperaba la firme reacción de la Fracción del PLN, que tuvo eco en toda la prensa nacional, sacándolo de su cueva siniestra y evidenciándolo ante la opinión pública.

Inclusive, no midió su perversidad y se le fue encima a lo que hoy por hoy es la máxima expresión de esa libertad de expresión que dice defender. Así atacó a las redes sociales, a la cuales considera de muy bajo nivel para la discusión, obviando que esas mismas redes que denigra son un instrumento clave en la transparencia y la divulgación de información. Seguramente esto es lo que le molesta más, puesto que por años se ha sentido el único autorizado para definir quiénes pueden opinar y escribir en las páginas del periódico La Nación. Él es el impoluto que tiene esa potestad, pues cree estar sobre el bien y sobre el mal.

Esta curul que los heredianos me dignaron ostentar para representarles en la Asamblea Legislativa, es con la que don Julio siempre ha soñado. Empero, también a la que le temió, pues proponer el nombre para ser elegido diputado es abrir el “libro de vida” a la comunidad, y a eso sí que don Julio no está dispuesto. Don Julio se autodefine como un caracol, y haría bien en seguir retrotraído en su concha, pues hasta hace algunos días yo pensaba que el caracol más grande era el Syrinx aruanus de Australia. Pues no, ahora veo que está en Llorente de Tibás, y, como tal, cuanto más crece, también lo hace su concha.

Lejos del PLN. Lo que sí le debe quedar muy claro es que la gran mayoría de legisladores del PLN no lo queremos cerca de este Gobierno ni cerca de nuestra fracción; cuanto más lejos esté, es mejor. Sus descalificativos a mi persona no merecen mi especial consideración. Lo que sí le recuerdo es que provengo de una distinguida familia de Heredia, que me permite caminar con la frente en alto por cualquier rincón de esa bella provincia.

Por mi vocación de servidor público y curtido en el servicio social puedo hablar con propiedad de los problemas que afectan a la población herediana, a la cual me debo, y que me eligió de manera contundente en las elecciones de febrero. Es más, por si no lo recuerda, previamente a ser elegido tuve que reunirme con Ud. por “recomendación superior”, y no puedo olvidar su comportamiento de “Rasputín criollo”, pero para su desdicha yo le conocía y poco caso hice a sus recomendaciones.

El Club Sport Herediano ha sido una de mis grandes pasiones y por muchos años me he entregado a la causa de ese gran equipo. Con entrega y cariño le serví desde su Junta Directiva. En su última columna usted me invita a que me concentre en la final del torneo en lugar de responderle. Así trata de amedrentarme, pero he decidido hacer las dos cosas: y le prometo, en adelante, contestarle cada una de las infames columnas en que usted me aluda.