Un presidente ejemplar

El gobierno de Mario Echandi estuvo marcado por el compromiso, el trabajo y la honestidad

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Hay personas cuya partida deja un gran vacío en la historia de un país –pocas, por desgracia– ese es el caso de don Mario Echandi Jiménez. Don Mario era una persona con la posición social y económica que le hubiera permitido vivir tranquilamente, sin preocupaciones ni complicaciones. Sin embargo, su vocación de servicio lo empujó hacía la política en uno de los momentos más convulsos de nuestra historia.

Fue un diputado de lujo, con gran verbo, valiente y muy combativo, y al mismo tiempo, pacifista y conciliador. Él fue uno de los actores principales de la oposición en lucha política del 48, y después, uno de los que encabezó el antiliberacionismo. Sin embargo, cosechó grandes amigos, respeto y reconocimiento tanto en las filas calderonistas, como en las liberacionistas, llegando al punto de ser declarado benemérito de la patria “en vida”, algo que ninguno de los caudillos de esa época llegaron a ser.

Su Gobierno estuvo marcado por el compromiso, la responsabilidad, el trabajo, la honestidad, la decencia y el don de gentes. No extraña que lo llamaran el "Presidente Caballero". Tuvo la Asamblea Legislativa en su contra y para poder gobernar vetó más de 70 leyes; y aún así, hizo un excelente gobierno con obras tangibles. Por ejemplo, la universalización de los seguros sociales, la Ley de Protección y Desarrollo Industrial, la ley de aguinaldo, la reforma penitenciaria, el rompimiento del monopolio estatal de la televisión, el Instituto de Acueductos y Alcantarillados, el Instituto de Desarrollo Agrario, además del gran trabajo en infraestructura vial y escolar que prevalece hoy, más de 50 años después.

Don Mario Echandi fue como un cometa que pasa una vez, y no vuelve a pasar hasta cientos de años después. Tuvimos una gran dicha de tenerlo como presidente de nuestro país –lástima que no lo fue más veces– talvez en el futuro llegue el momento en que volvamos a tener otro presidente que se le parezca.

Espero que la clase política le dé a don Mario el lugar que le corresponde y, por el bien de Costa Rica, coloque su vida como un ejemplo a seguir para todo aquel que se desempeñe en la función pública.