Un país sin combustibles fósiles

Nuestro sueño deben ser los autos eléctricos, los eficientes sistemas de transporte público

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Con el cambio climático, causado fundamentalmente por la quema de combustibles fósiles, la humanidad enfrenta el mayor desafío ambiental de toda su historia. De no tomarse acciones radicales y promoverse cambios profundos en nuestros sistemas productivos y de transporte, las consecuencias ecológicas, sociales y económicas para el planeta serán catastróficas.

Todo nos lleva a la necesidad impostergable de formular un modelo de desarrollo libre del consumo de petróleo, una sociedad totalmente descarbonizada.

Algunos consideran una utopía pretender ser 100% renovables energéticamente y prefieren quedarse en las transiciones y las soluciones parciales. A todos ellos habría que mostrarles el caso de Costa Rica, con un 98% de la energía eléctrica producida con fuentes renovables, algo casi único en el mundo y que demuestra que es posible lograrlo.

Sin embargo, a pesar de ese gran avance en electricidad, nuestro mayor reto sigue siendo el transporte, pues dependemos altamente de los combustibles fósiles para alimentar nuestros sistemas.

Nos movemos hacia un cambio de paradigma energético en el mundo, hacia las energías renovables. No obstante, algunos quieren, por conveniencia, por miopía o por intereses económicos, seguir anclados a un pasado insostenible, tan negro como el petróleo mismo.

Propuesta inconveniente. En Costa Rica, fuerzas políticas y empresariales se mueven para impulsar la explotación de petróleo y gas natural, algo que resultaría un grave retroceso y que nos alejaría de nuestras metas y pretensiones como país sostenible y ecológico.

Tenemos que tener muy claro que una vez que entremos al mundo de los países productores de petróleo y gas natural nos será muy difícil abandonar ese sistema productivo. Además, el gas natural no es la gran panacea ambiental, como algunos lo pregonan; es solo un hidrocarburo más, un poco menos contaminante que el petróleo en su combustión (25% menos), pero que sigue siendo un causante importante del calentamiento global. Ese no debería ser el futuro energético al que aspiremos.

El cambio debe ser radical, profundo e inmediato, no podemos conformarnos con transiciones, que usualmente llevan décadas. Por eso es peligrosa la transición hacia el gas natural que se propone en generación eléctrica, al igual que también es muy peligrosa la transición que se ofrece en el sector transporte por medio de los autos híbridos, que usan tanto electricidad como combustibles fósiles. Ambas nos anclan en un pasado que debemos abandonar a toda costa, lejos de la visión hacia las tecnologías totalmente libres del uso de combustibles fósiles.

Erradicar la gasolina. Como sociedad, debemos ser muy ambiciosos, no cabe el conformismo. La meta debe ser llegar a convertirnos en el primer país del mundo que produce y consume el 100% de su energía de fuentes renovables (hidroeléctrica, solar, geotermia, eólica, biomasa, biocombustibles, marina, etc.), eliminando por completo el consumo de combustibles fósiles y sus nefastas consecuencias.

Nuestro sueño deben ser los autos eléctricos, de hidrógeno, solares, los sistemas de transporte público eficientes y sostenibles por medio de tranvías, trenes o buses eléctricos; la movilidad sostenible, las ciudades energéticamente eficientes, en fin, sistemas y formas de producción y transporte energético que rompan completamente con la dependencia petrolera y marquen un nuevo futuro.

Así como en el pasado pudimos lograr cosas como país que para otros tal vez parecen utopías, del mismo modo podemos fijarnos el norte de ser completamente renovables en producción y consumo energético, un enorme legado que podríamos heredar a las futuras generaciones de nuestro país y un gran ejemplo para el resto de países de nuestro planeta.

Se vale soñar en serio y trabajar fuertemente para hacerlo realidad. Imposible es solo lo que no se intenta.

El autor es ingeniero civil.