Un gran amigo de Costa Rica

Genscher admiraba a Costa Rica por su apego a los principios fundamentales de la paz

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Hans Dietrich Genscher, exministro de Relaciones Exteriores de Alemania y gran amigo de Costa Rica, ha muerto. Lo conocí hace más de 35 años, durante una visita oficial que realicé a Alemania, cuando por primera vez, en el gobierno del presidente Rodrigo Carazo Odio, ocupaba el puesto de ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país.

En aquel entonces, Genscher era mi homólogo alemán y a mí me correspondía la delicada tarea de informarle sobre los detalles de la crisis que vivía el Istmo centroamericano y el peligro de la existencia y de un posible afianzamiento de ideologías totalitarias en la región, en contra de lo que muchos políticos europeos pensaban.

Su inteligencia, claridad de pensamiento y su pragmatismo político me impresionaron sobremanera. Rápidamente se convenció de la realidad de los hechos que acontecían en Centroamérica.

Él sugirió una reunión de urgencia con el entonces canciller federal Helmut Schmidt y pronto Alemania asumió una política de firme presencia en nuestra región en aras de la defensa de la paz, la libertad y la democracia.

Ya para entonces Genscher se distinguía como uno de los más brillantes ministros con que había contado la República Federal de Alemania.

Brillante carrera. Hans Dietrich Genscher era originario de Alemania Oriental y había nacido en el Estado de Sajonia-Anhalt, cerca de la ciudad de Halle. Con apenas 16 años se enlistó en el ejército y a escasos meses de la finalización de la Segunda Guerra Mundial cayó prisionero de las tropas angloamericanas.

Posteriormente, estudió Derecho y Economía en las universidades de Halle y Leipzig.

En 1952 huyó a la República Federal de Alemania, donde muy pronto se afilió al partido liberal de entonces y futuro FDP. Fue elegido diputado y en 1969 asumió el cargo de ministro del Interior.

En el año 1974 se convirtió en ministro de Relaciones Exteriores y segundo primer ministro, posición que desempeñó por un período de dieciocho años, hasta que en 1992 se retiró por razones de salud.

Papel en la reunificación. Dentro de sus enormes méritos se destacan su lucha y éxitos por finalizar la Guerra Fría y el haber sido, a la par del canciller federal (primer ministro) Helmut Kohl, el más importante arquitecto de la reunificación de Alemania.

Su impresionante histórico discurso el día 30 de setiembre de 1989, desde el balcón de la embajada de la República Federal de Alemania en Praga, señaló, sin lugar a dudas, el nacimiento de una nueva Alemania.

En dicho discurso, Genscher le anunció a cientos de refugiados procedentes de la Alemania comunista y que intentaban llegar a la República Federal, que se había logrado un acuerdo con su país para que pudieran realizar su sueño y pasar a la Alemania libre.

Fue en ese momento cuando estrepitosamente cayó el muro de la vergüenza que durante tantos decenios había dividido a la capital de Alemania y a la nación entera.

Ciudadano tico. En el conflicto centroamericano la presencia de Europa, encabezada por el canciller de Alemania, fue decisiva. Se respaldó el proceso de Esquipulas y se defendió la libertad de millones de centroamericanos.

En apoyo de lo anterior, por sugerencia directa de Hans Dietrich Genscher se creó un importante ciclo de conferencias entre ministros de Relaciones Exteriores europeos y centroamericanos que se mantuvo durante muchos años.

Recuerdo una simpática anécdota de la época: en una de sus muchas visitas a nuestro país, aprovechando unas horas de descanso, hicimos un viaje en lancha por el golfo de Nicoya. Costa Rica poseía entonces únicamente dos pequeñas patrulleras guardacostas, que, como gesto de reconocimiento, escoltaban a nuestra pequeña nave.

Ante esta particular circunstancia, me permití hacer un jocoso comentario, y le señalé a nuestro importante huésped que si bien en su larga carrera de jefe de la diplomacia alemana había recibido grandes honores, difícilmente podía haber tenido uno mayor que lo que estaba viviendo ahora.

Ante su gesto de sorpresa agregué: “Ministro, estas dos lanchas son las únicas naves con las que cuenta nuestra marina, por lo que se dará cuenta de que toda la fuerza naval costarricense le acompaña y le rinde honor”. Sorprendido y agradecido, Genscher tomó nota así de nuestra debilidad armamentista y a la vez grandeza en la real posición pacífica del país.

Como expresión de agradecimiento por su apoyo y defensa frente al peligro totalitario, le fue otorgada la nacionalidad honorífica costarricense. De ello se sentía sumamente orgulloso, como lo expresara en reiteradas ocasiones e incluso solía mostrar su pasaporte en actividades relacionadas con Costa Rica.

Prueba de ello es, entre otras muchas otras, la siguiente pequeña anécdota: siendo yo ya por segunda vez canciller, durante la administración de Rafael Á. Calderón Fournier, lo visité por invitación de este, en su hotel en Manhattan, durante una Asamblea General de las Naciones Unidas.

Al verme llegar, me saludó exclamando: “Hola, mi canciller”. A sus sorprendidos acompañantes inmediatamente les explicó: “Este señor es el ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica, un pequeño país en territorio, pero grande en el respeto de los derechos humanos, del cual yo soy ciudadano de honor y, por consecuencia, siendo yo costarricense, él es mi canciller”.

Estadista. Mi segunda presencia en nuestra Cancillería durante el gobierno del presidente Calderón Fournier me dio múltiples oportunidades para estrechar y profundizar la relación de amistad con la cual el ministro Genscher me honraba.

Pero siempre estuve consciente de que yo, antes que nada, representaba para él un vínculo con un país al cual él quería y respetaba, y a la vez admiraba, por nuestro apego incuestionable, a pesar de las muchas limitaciones y dificultades que enfrentábamos, a los principios fundamentales de la paz, la libertad y la democracia, lo cual había sido y era la médula de su pensamiento y acción política.

Fue ello, en suma, el norte que inspiró toda su vida de excepcional estadista.

El autor fue ministro de Relaciones Exteriores en dos oportunidades: de 1980 a 1982 y de 1990 a 1994.