Un festín de fondos públicos

Las elecciones del 2014 serán un festín de aparachicks

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A raíz de los escándalos delictivos sobre el financiamiento a los partidos políticos, especialmente en el mío, que lo han transformado en algo muy distinto del otro PLN, el social demócrata, me he hecho una pregunta: ¿Cómo este PLN, el actual, gastará mas de ¢12.000 millones, o sea, unos $24 millones, entre octubre, noviembre y 15 días de diciembre del 2013 y enero del 2014, en tres meses y medio, que es el próximo período electoral oficial para las elecciones del 2014?

Pregunto también: ¿Cómo hará el PAC con sus $15 o $16 millones y así hacia abajo, el ML, el PUSC, el PASE, el Frente Amplio y los partidos políticos evangélicos, con su respectivos financiamientos, según el número de votos que obtuvieron en las elecciones del 2010? Eso es lo que dice la actual ley. ¿Cómo se puede gastar tanto dinero en tan poco tiempo, sin caer en la tentación del delito? Una gran locura, en un país en que se han perdido los parámetros de la lógica y la política la han transformado en un festín de fondos públicos.

Pero así será. Las elecciones del 2014 será un festín de aparachicks, o sea, de hombres y mujeres de los aparatos partidariosde alto mediano y menor nivel, disfrutando a lo lindo de los multimillonarios fondos públicos que el TSE pondrá a disposición de los partidos políticos para sufragar los gastos de la campaña electoral del 2014.

¿Y los programas sociales... y las campañas para erradicar tugurios... y la lucha contra la pobreza extrema... y las delegaciones policiales para combatir el hampa y la delincuencia? Se imaginan lo que se puede hacer con ¢12.000 millones del PLN y la millonada de los otros partidos políticos.

Pero así será, si no es que alguien, con sentido común y buen sentido de arrepentimiento, en los sectores políticos con poder, en el Gobierno de la República o en las fracciones parlamentarias, no se impone redactar, impulsar, negociar y hacer que se apruebe, en la Asamblea Legislativa, una ley de reforma total a la que actualmente regula el financiamiento de los partidos políticos.

Una reforma que, con sentido común y lógica, se haga cargo de financiar el costo de la democracia y razonablemente el costo de las campañas, pero que elimine de una vez por todas este festín de Baltasar.

Que yo recuerde, solo José Miguel Corrales y Ottón Solís, uno desde el PLN y otro desde el PAC, como candidatos, han tratado de modificar esta barbaridad de la política nacional y han propuesto alternativas razonables.

¿Por qué no asume esta bandera el Gobierno actual? ¿Por qué el ministro de la Presidencia no convoca a la Casa Presidencial a los líderes de las distintas fracciones parlamentarias y se negocia un porcentaje, no del 0,19 ni del 0,11, como se ha dicho, sino uno muchísimo menor y que dé como resultado, según el número de votantes previos, unas sumas razonables y justas y, de paso, se decide que un porcentaje de esos fondos se distribuya previamente, durante los cuatro años, para que los partidos políticos los destinen a verdaderos seminarios de estudio y programas de capacitación sobre la realidad nacional e internacional, para estimular el pensamiento crítico y las definiciones y propuestas programáticas que necesita Costa Rica?

Tal vez por esa vía, con mucho arrepentimiento y pidiéndole perdón al país por este despilfarro delictivo de la campaña del 2010, la política en Costa Rica pueda volver a escribirse con letras mayúsculas y, de paso, se contribuya a eliminar parte del gran déficit fiscal del Gobierno de la República.