En la Página quince de La Nación del 10 de enero de 2013 aparece un artículo del Sr. Ian Buruma , profesor de periodismo, titulado: “El peligroso discurso sexual del Papa”. Dicho profesor se refiere al discurso del papa Benedicto XVI “antes de Navidad ante la Curia Romana”. Aunque no conozco el tal discurso, francamente, dudo de que merezca el adjetivo de “peligroso”; pero eso puede ser cuestión de opinión. Es el tipo de artículo del Sr. Buruma el que, además de muy subjetivo, puede resultar peligroso pues pone en boca de otra persona (el Papa, en este caso), palabras que aquella no ha dicho.
El artículo del profesor Buruma está plagado de suposiciones. Por ejemplo, dice: “Pero no era eso lo que tenía en mente el papa Benedicto XVI”. Más adelante, refiriéndose al Papa: “Lo que tenía en mente, aunque no lo dijera, eran”. Sigamos: “Las palabras del Papa sugieren que”... Otro ejemplo: “Benedicto no llega a tanto, tampoco pregona la violencia contra los homosexuales... Pero me atrevo a decir que, en realidad, su discurso alienta el tipo de agresión sexual que puede dar lugar a salvajadas”...
“Agresión”, digo yo, es esa manera de escribir. Y el señor Buruma, “profesor de periodismo”, todavía se atreve a decir que el del Papa fue “un discurso extremada-mente confuso”.
En mi opinión, lo que está muy confuso es el pensamiento del profesor.
Si he escrito todo esto es porque me irrita ver cómo algunas personas tuercen los pensamientos de otras.
A mí lo que me provoca es lástima y me pregunto: ¿qué problemas de pensamiento o emocionales, motivaron tal escrito?
Aunque no soy periodista, me permito proponer ese artículo para que los profesores de periodismo lo utilicen para enseñar a sus estudiantes algo de lo que no se debe hacer.