Treinta años no es nada

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En tres décadas he escrito cerca de seiscientos (600) artículos distribuidos en todos los periódicos del país. Y, recientemente, se me ocurrió tratar de resumir o concentrar todas esas ideas en un solo concepto. Entonces, después de mucho pensarlo, concluí que cabría llamarlas “económico-humanistas”. No me ha satisfecho completamente la noción, pero, si me obligaran a escoger un término, esa combinación estaría entre las principales.

Cambio profundo. Quería hacer ese ejercicio, porque deseo plantear un cambio profundo en los temas que me interesan y el estilo de tratarlos. Aunque siento, presuntuosamente, que mis artículos han tenido buena recepción por su rigor y relevancia, a largo plazo a mí ya no me satisfacen, al menos en el sentido de que han completado su ciclo en la mente o cultura de los costarricenses.

Pienso que ustedes, apreciados lectores, y yo necesitamos un cambio de pensamiento ante las transformaciones que vivimos al avanzar este desconcertante y maravilloso siglo XXI.

Siento que fui consecuente con mis lectores y conmigo mismo durante los treinta años anteriores. Pero Carlos Gardel, un antecesor de nuestra generación (1890-1935), cantó que “veinte años no es nada”, y don Alberto Cañas, recientemente desaparecido, dijo que “ochenta años no es nada”. Entonces, me inspiro en ellos para manifestar: “Treinta años no es nada”. Y quiero sacudirme para intentar algo distinto que voy a llamar “espiritual-científico”. No intentaré definir o describir ninguno de los dos conceptos: dejo a mis lectores pensar en lo que desean interpretar sobre lo que han llegado conocer de mis planteamientos desde hace treinta años: ¡pretencioso, ¿verdad?¡ ¡Pero es que ya soy viejo y pretencioso!, como pensaba Lord Mountbatten, tío de la reina Isabel.

Y, dentro de esa pretensión, espero que ustedes tengan la paciencia de continuar leyendo mis artículos, que, por supuesto, no puedo adelantar. Pero sí les ofrezco dos muestras recientes: una representativa de la temática y estilo de los últimos treinta años, y otra representativa de la temática y estilo del futuro (¡dudo que sean otros treinta años!). Además, como decía John Maynard Keynes, “para entonces, todos estaremos muertos”.

El primer ejemplo, en la línea económico-humanística (anterior), se intitula “Liberación y PAC”, que fue publicado, el pasado 28 de mayo, en Página Quince. Y el segundo, de la línea “espiritual-científica” (nueva) tiene el título “Cómo aprendí y dejé el hábito de fumar”, aparecido el viernes 13 de junio.

Me despido y hasta pronto.