Thelmo Vargas: En el mar la vida es más sabrosa

No nos arriesguemos a perder parte del paraíso por una mundana comedia

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Pero, claro, depende de cuál mar estemos hablando. Si lo sabroso de la vida se midiera, entre otras variables, por el poder de compra de la gente –poder para adquirir bienes como comedera, medicinas, obras de arte y servicios como visitas a museos, al gimnasio y viajes al exterior– habría que concluir que América Latina no pasa por su mejor momento, pues sus perspectivas de crecimiento económico para este año son bajísimas. Sin embargo, si miramos más allá del promedio y analizamos país por país, notaríamos que los que dan al océano Pacífico están mejor que los que dan al Atlántico.

Venezuela, Argentina y Brasil tienen economías con signos de estancamiento y hasta recesión; están sumidos en huelgas, protestas violentas, falta de alimentos básicos, presiones inflacionarias y toda una serie de padecimientos que nos recuerdan los que John Milton poéticamente describe en El paraíso perdido y Dante Alighieri en La divina comedia. Sus gobiernos socialistas no dan pie con bola y sus sindicatos mantienen a las economías atadas de manos. Es en mucho el pobre, pobrísimo, desempeño de estas grandes economías lo que hace que Latinoamérica como un todo se enfrente a perspectivas negativas.

Casualidad recíproca. Pero los países que dan al océano Pacífico, que tienen favorables perspectivas de crecimiento, como Perú (5,1%), Chile (3,3%), Colombia (4,5%)y Ecuador (4%), están bien.

¿Tendrá que ver en esto el mar que los baña, que es pacífico? Mi hipótesis es que en esta materia media una causalidad recíproca: la inestabilidad social (huelgas de sindicatos, cierres de calles por parte de estudiantes universitarios, destrozo de puentes, inciertas políticas públicas, etc.) lesiona el entorno empresarial y detiene la inversión, lo cual impide que la economía crezca.

A su vez, una economía que decae y que es incapaz de crear suficientes puestos de trabajo, en particular para los jóvenes que por primera vez ingresan al mercado laboral, constituye caldo de cultivo para la protesta ciudadana. Se trata de un círculo vicioso.

Costa Rica, como México y los otros países centroamericanos tienen el privilegio de tener costas en uno y otro lado. Nuestra situación económica debería ser mejor que la de los que solo tienen acceso a una costa pues, entre otras razones, el costo de importar y exportar podría ser inferior. Sin embargo, en nuestro país las frecuentísimas huelgas en la zona atlántica, la indefinición del Gobierno sobre cómo entrarle al problema fiscal, la pobre infraestructura pública y la indiferencia oficial ante un desempleo que crece, si bien aportan cómodo material a los noticieros, parecen acercarnos más a los modelos de Argentina y Venezuela que al chileno.

En el mar la vida es más sabrosa. En el mar os quiero mucho más. En el mar todo es felicidad. Pero siempre que se trate del Pacífico y que nos pongamos las pilas en materia de políticas públicas. No arriesguemos a perder parte del paraíso por una mundana comedia.