Tenía razón Alfonso Carro Zúñiga

Para los tiempos que vivimos, releer al Dr. Carro Zúñiga es altamente estimulante

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El Dr. Alfonso Carro Zúñiga, no quiso ser presidente de Costa Rica, y en una ocasión cuando le pregunté por qué, me contestó simple y llanamente que él jamás podría tomar un centavo de un costarricense para una campaña suya. Lo conocí un poco de lejos en 1968, y muy de cerca a partir de 1972 en la campaña electoral del expresidente Oduber.

En 1978, junto a muchos extraordinarios costarricenses, formó el grupo de estudio Fuerza Verde y en la proclama de dicho manifiesto escribió, entre otras verdades: “Parte de la crisis que vive el país está en que la política ha degenerado en politiquería.

”La verdad ha cedido su lugar al engaño; el valor, a la cobardía; la lealtad, a la traición; el honor, a la indignidad; el trabajo, a la ociosidad; la inteligencia, a la mediocridad; el diálogo, a la charlatanería; el patriotismo, al mercantilismo'”.

Ética y política. Sobre las bases ética de la política, escribió: “'La vida política, como quehacer humano superior, tiene sus fundamentos, más sólidos en un conjunto de normas y principios éticos –unos de carácter general que regulan la conducta social en su totalidad, otros de naturaleza específica que se refieren preponderantemente a los actos políticos–. La libertad, la justicia y la solidaridad son algunos de los valores éticos que deben regir la vida entera de la sociedad.

“La verdad, la lealtad y la honestidad están entre los que de una manera especial deben orientar la conducta política. Estos valores, sin los cuales la política no sería más que una lucha brutal, imponen responsabilidades a quienes por vocación dedican su vida al servicio público, y acarrean sanciones de muy diversa índole para quienes los violan.

”A través de los siglos han surgido entre los hombres hondas preocupaciones sobre los abusos a que se presta el ejercicio del poder. Estos pueden ser de muy diferente naturaleza, como arbitrariedades, enriquecimiento ilícito, provocación de luchas sociales o militares injustificadas, violación de los derechos y libertades individuales. 'El poder tiende a corromper; el poder absoluto, corrompe absolutamente', dice la máxima de Lord Acton. Por eso, se han impuesto importantes limitaciones a esa noble actividad.

”La vida política tiene razón de ser únicamente si se realiza con desinterés personal. Al contrario, si se participa en ella para favorecer los negocios propios del gobernante y de sus allegados o familiares, se violen gravemente las normas y principios éticos que dan sentido al quehacer político, se comete un crimen contra la sociedad, y el político responsable de tal conducta se convierte en un delincuente merecedor de sanciones más drásticas que las aplicadas al que delinque en la esfera de las relaciones privadas'”.

El 5 de agosto de 1984 le dijo a un distinguido periodista: o terminamos con la corrupción, o ella termina con el país. Al día siguiente fue destituido como ministro de Gobernación y Policía.

Un maestro. El Dr. Carro Zúñiga, es titular de un currículum extraordinario: abogado y notario, doctor en Derecho, catedrático universitario por más de 35 años; diputado y presidente de la Asamblea Legislativa; ministro de Trabajo y Seguridad Social; ministro de Gobernación y Policía; presidente de la junta directiva de la CCSS, ejecutor de la construcción de hospitales como el Mons. Sanabria y el México, de las clínicas periféricas, etc., creador del Instituto Nacional de Aprendizaje; fundador del Banco Popular y de Desarrollo Comunal; ideólogo, filósofo y, sobre todo, maestro.

Para los tiempos que vivimos, releer al Dr. Carro Zúñiga es altamente estimulante, necesario e ilustrativo; qué lástima que no quiso ser presidente de la República, porque otro gallo habría cantado. Sin embargo, tenía razón.