Técnicas nucleares para investigaciones marinas

Hay una oportunidad para avanzar en la revalorización del sector pesquero, el apoyo a los pequeños y medianos pescadores, la lucha contra la contaminación marina, y asegurar modos de vida sostenibles

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La política ambiental de Costa Rica es reconocida internacionalmente, gracias a su histórico proceso de reforestación, iniciado desde la segunda mitad del siglo XX, y que hoy se materializa en aproximadamente un 60% de cobertura forestal, un vigoroso sistema de áreas protegidas y un consolidado esquema de pago por servicios ecosistémicos. Estas bondades han sido recalcadas insistentemente en múltiples informes internacionales de la FAO, el Pnuma y otros organismos.

No obstante, uno de nuestros mayores retos políticos, sociales e incluso culturales, es volver la mirada hacia los mares. Según el Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica, el país posee un 92% más de territorio marino que terrestre, y nuestros mares albergan un 3,5% de la biodiversidad marina del mundo. Los mares, producen cerca del 50% del oxígeno y capturan el 30% de las emisiones de CO2 generadas globalmente.

Es por lo que resultan de indudable importancia los conceptos de economía azul y de uso sostenible de recursos marinos, de acuerdo con el objetivo de desarrollo sostenible 14 de la ONU.

Dichas acciones buscan establecer un marco de toma de decisiones, cooperación y diálogo político para fomentar el desarrollo sostenible en la pesca y acuicultura. Ello incluye los acuerdos para desalentar, eliminar y prevenir la pesca ilegal, las políticas a favor de los pescadores artesanales y el impulso a las iniciativas de acuicultura y acuaponía. Inclusive, a nivel municipal; también incluye acciones para reducir la basura plástica en los mares y los aparejos de pesca abandonados o descartados.

En términos internacionales, científicos y expertos, trabajan en herramientas que permitan conocer los avances o retrocesos en la protección y producción sostenible de los mares y generan mediciones de base científica para hacer frente a los retos pendientes.

Las técnicas nucleares e isotópicas proporcionan una fuente muy significativa de información para identificar algunos contaminantes no nucleares y rastrear sus rutas en el medio ambiente.

La medición de los componentes individuales de la traza y la dinámica de los mares es compleja, pero esencial para comprender la fertilidad marina, así como el movimiento, destino y efecto de los contaminantes marinos.

Precisión de las técnicas. La mayor parte del conocimiento sobre la circulación oceánica se basa en mediciones físicas de salinidad y temperatura. Por ejemplo, «NASA Earth» utiliza la información física —recopilada por sus satélites—, en sus modelos de simulación y crea mapas de océanos, estimando el nivel de clorofila, salinidad, cambio de temperatura y otras condiciones de la superficie.

Los dispositivos Poseidon-AI —inteligencia acuática—, es otro de los ejemplos de apoyo al uso pacífico de técnicas nucleares, implementadas por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en todo el mundo.

Dichos métodos proporcionan estimaciones importantes del transporte horizontal de masas de agua; sin embargo, solo permiten monitorear los elementos horizontalmente. Allí radica la importancia de las técnicas nucleares isotópicas, que permiten elaborar estudios más profundos, minuciosos y detallados.

La introducción de radionucleidos artificiales en el medio marino ha proporcionado, en algunos momentos históricos, una herramienta sumamente valiosa para estudiar la contaminación marina. No obstante, estas incursiones deben realizarse cuidadosamente en términos de inocuidad y seguridad nuclear.

Investigación biogeoquímica. El OIEA, ha utilizado el enfoque de radiomarcado desde 1960 para investigar la partición de metales traza entre sedimentos y agua de mar, y la absorción biológica de metales. Como resultado de este trabajo, en 1985 se publicó una compilación de coeficientes de partición sedimento-agua de mar y factores de concentración biológica, para una amplia gama de elementos, tanto radiactivos como no radiactivos.

Dichas técnicas proporcionan, incluso actualmente, la información biogeoquímica esencial para comprender el comportamiento ambiental y el ciclo de los contaminantes.

La presencia de muchos contaminantes en el medio ambiente puede cuantificarse utilizando técnicas analíticas químicas, los métodos de etiquetado de fósforo-32, desarrollados para la composición de bases y los análisis de secuenciación de ácidos nucleicos, han demostrado ser particularmente exitosos, siendo estudios inocuos, ambientalmente sostenibles y de calidad.

Este tipo de herramientas nucleares, pueden ser de gran ayuda para apoyar la conservación y la regeneración de los ecosistemas marinos, pero, además, para establecer políticas de uso sostenible de los recursos marinos.

Sin embargo, se requiere un cambio de paradigma en la población del mundo, que parta de la visión de iniciativas como la del crecimiento azul y que sigan, cual hoja de ruta, las metas del objetivo 14 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas de «conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos».

El 2022, declarado Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanal, será una oportunidad para avanzar en la revalorización del sector pesquero, el apoyo a los pequeños y medianos pescadores, la lucha contra la contaminación marina, y asegurar modos de vida ambiental, social y económicamente sostenibles.

Pablo Innecken Zúñiga es internacionalista y máster en diplomacia.

pinnecken@gmail.com

Amaj Rahimi-Midani es especialista en recursos marinos y acuicultura.

amaj_rahimi2001@yahoo.com