Sofismas de Navidad

Las ideas de un humanismo universal son de origen grecorromano

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El “espíritu de la Navidad” comenzó 600 años antes que la fiesta de la Navidad. Esta empezó a celebrarse poco después del año 200 en algunas comunidades cristianas de Egipto, y se extendió lenta y parcialmente por Europa y el cercano Oriente durante la Edad Media.

Para las personas de tradición cristiana, la Navidad es un símbolo de la paz y del amor al prójimo; sin embargo, en la cultura occidental, tales valores no surgieron de la Navidad, y ni siquiera del cristianismo; son valores “paganos” que tienen precursores ilustres: los filósofos sofistas y los estoicos.

En la tradición occidental, las ideas de la igualdad esencial de todos los seres humanos, el rechazo a la esclavitud, así como la fe en una moral natural y generosa, provienen de filósofos y políticos griegos; no surgieron de cualquier religión que se practique aún hoy.

Algunos credos adoptaron después aquellos principios, o los formularon con mucha posterioridad a la época de los sofistas.

Igualdad. Los sofistas enseñaron en Grecia a lo largo del siglo -V (de 500 a 401 a. C.). Fueron ridiculizados y difamados por Sócrates, Platón y Aristóteles, de modo que la palabra “sofista” equivale hoy a “falsario” y “charlatán”.

En aquel entonces, las ideas dominantes en Grecia eran otras: el “nacionalismo” debido solo a la propia ciudad (“polis”), la legitimidad de la esclavitud, la incompatibilidad entre las culturas, y la superioridad de los griegos sobre los bárbaros (“bárbaro” es una palabra griega que satirizaba la forma de hablar de los extraños).

Los sofistas predicaron contra tales prejuicios. “Fueron los primeros en hablarnos sobre la igualdad política, la igualdad social y la igualdad racial, y en rechazar –por primera vez en la historia– la esclavitud”, nos dice el filósofo costarricense Roberto Cañas Quirós en su libro Ética y política en los sofistas (EUCR). Este libro es esencial para entender cómo surgieron las ideas democráticas que defendemos hoy.

Podríamos mencionar algunos postulados de los sofistas. Así, Alcidamas opinó: “Dios hizo a todos libres; la naturaleza no hizo a nadie esclavo” (Rodolfo Mondolfo: El pensamiento antiguo, II, 1). Antifonte expresó: “Por naturaleza, todos somos iguales, bárbaros y helenos (…), pues todos respiramos el aire por la boca y por las narices” (Mondolfo, ídem). Los sofistas también crearon el concepto de la “ley natural”, común a todos los pueblos y base de nuestra idea de los derechos humanos.

Estoicos. Algunas ideas de los sofistas se concretaron en la democracia ateniense (siglo -V), pero otras no pues se mantuvo la esclavitud. Sin embargo, Pericles aplicó entonces ciertos principios, que enunció así: “(El régimen de Atenas) es la democracia pues no depende del gobierno de una minoría, sino de la mayoría: su primer principio es la igualdad” (Tucídides: Historia de la guerra del Peloponeso, II).

El helenista español Carlos García Gual compara el pensamiento sofístico con la Ilustración francesa del siglo XVIII: ambas épocas, caracterizadas por la “confianza en la razón” y empeñadas en “reconstruir una organización social más justa”. García añade: “Conviene destacar (…) esta primera Ilustración, la helénica del siglo V a. C., en la que el movimiento cultural de la sofística desempeña un papel protagonista” ( Historia de la ética, v. I, Editorial Crítica).

Las ideas de los sofistas no predominaron en su época, pero algunas resurgieron con la filosofía estoica. Iniciado en Grecia por Zenón de Citio (siglo -II), el estoicismo se extendió al imperio romano y se prolongó hasta el siglo IV, cuando se impuso el cristianismo (sobre el cual influyó).

Los estoicos rechazaron la esclavitud y postularon aún más claramente la hermandad de todos los seres humanos pues todos son hijos de la divinidad, como afirmaba Zenón. Este elemento místico era insólito entre los sofistas, pero lo tomarán los cristianos. La palabra “cosmopolita” (ciudadano del mundo) se difundió con el estoicismo.

Así pues, en el Occidente, las ideas de un humanismo universal son de origen grecorromano, no hebreo ni cristiano. Por ello no compartimos esta tesis expresada por el abogado Fernando Zamora: “El pueblo judío fue el primero en practicar la noción de igualdad espiritual y moral del hombre” ( Opinión, 7/12/2015).

Dignidad. El humanismo universal no existió en la tradición hebrea, y sería injusto pedírselo porque no lo hubo –como filosofía dominante– en ningún pueblo europeo ni del cercano Oriente en la Edad Media: las matanzas entre cristianos lo confirman. Tal humanismo solo apareció con el Renacimiento, cuando empezó la lenta aceptación del derecho de gentes (defendido por sacerdotes como Francisco de Vitoria).

El dictum cristiano “Ama a tu prójimo como a ti mismo” es muy antiguo ( Levítico, XIX, 18), pero se limita a predicar la caridad para con el próximo, no para con el lejano: hacia el israelita y el amigo extranjero, pero no hacia todos los seres humanos; y lo mismo vale para la prédica de Jesús. “Jesús se dirigió solo a los judíos; lo del universalismo misionero cristiano es un invento posterior de Pablo de Tarso”, explana el filósofo español Jesús Mosterín ( Los cristianos, I).

La idea de la dignidad humana se sustenta en la conciencia de que integramos la misma especie: Homo sapiens, surgida de infinitas casualidades. Si un casual aerolito no hubiese caído hace 65 millones de años, los dinosaurios seguirían reinando y no habría civilización humana. Sirva el espíritu de la Navidad para recordar a quienes iniciaron la filosofía humanista y democrática que hoy nos ampara.

El autor es ensayista.