La Autoridad Palestina anunció que solicitará, el próximo 20 de setiembre, a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el reconocimiento del Estado palestino como Estado miembro con las fronteras que existían antes de la guerra de 1967.
Una iniciativa que, nuevamente, pretende resolver por la vía multilateral, lo que es un asunto de dos, sin que vaya a resolver conflicto alguno.
Para que el Estado palestino sea una realidad, es necesario un acuerdo previo de paz con Israel sustentado en una negociación directa, sin condición alguna. Mientras eso no suceda, la diplomacia y los propios acuerdos de la ONU serán letra muerta y una pura irresponsabilidad, dado que ninguno de los países que, han dicho, apoyarán aquella iniciativa, se juega nada, directamente o, como Costa Rica, nada se ha jugado reconociéndolo unilateralmente. Total, los muertos son de otros.
Un reconocimiento de la Asamblea General de la ONU lo único que fomentará es una confrontación diplomática estéril y peligrosa y el aumento de las tensiones, sin que ninguno de los países que presuntamente ejercerán la mayoría diplomática, pueda hacer algo por evitarlo o ponerle fin. Al contrario, atizan el fuego.
La omisión de esa cuestión es usualmente acompañada por otra más peligrosa, como lo es dejarse engañar por una máscara de paz a sabiendas que se oculta un rostro de sangre, en una complicidad que elude las propias responsabilidades con la defensa universal de los derechos humanos, haciendo caso omiso que el control de la Autoridad Nacional Palestina de la Franja de Gaza está en manos de Hamás.
Hamás ha sido declarada organización terrorista por la Unión Europea, los Estados Unidos, Israel, Japón, Canadá y Australia. Organizaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch o Amnistía Internacional, han acusado a Hamás de cometer crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad hacia las poblaciones tanto israelíes como palestinas, así como también torturas, asesinatos y secuestros contra la población palestina.
Apoyar la iniciativa en las Naciones Unidas es premiar a una organización terrorista, genocida y fundamentalista, excluyente, absolutamente, de todo tipo de diversidad. La tragedia, para nosotros, sería que se hiciera con el apoyo de Costa Rica.