Sistemas regulados de opciones múltiples en salud

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En el mundo se han implementado sistemas de salud únicamente públicos, solo privados o de opciones múltiples. Los primeros dos han fracasado, y la tercera vía es la que prevalece en la actualidad con regulaciones diversas, propias de cada país. Esto es especialmente importante en Costa Rica, donde los servicios públicos y privados no solo coexisten, sino que, mediante acuerdos transparentes, pueden beneficiar enormemente a los pacientes que tienen que esperar demasiado tiempo para una cirugía común, un procedimiento rutinario o una consulta con especialista.

Cuando un hospital compra medicamentos, ropa, alimentos o equipo y materiales para un diagnóstico o tratamiento, no está siendo privatizado y tal situación es generalmente comprendida por toda la gente, pues a muy pocas personas se les ocurre pensar que ese hospital debe fabricar todo lo que necesita para resolver los problemas de sus pacientes. Sin embargo, cuando se presentan largas listas de espera para una cirugía normal o una consulta con especialista, pasan 15 o 20 años y el asunto, en lugar de resolverse, se agrava, surgen voces dogmáticas que sostienen que los pacientes deben esperar su turno antes que comprar un servicio médico a una cooperativa, un ente privado o una organización sin fines de lucro, cuyo costo puede ser inferior al del hospital y la atención, oportuna y de buena calidad. Ningún paciente que esté en listas de espera piensa así, pero ellos no tienen poder ni influencias.

Quienes están en contra de esta forma de resolver la angustia de enfermos y familiares pertenecen a grupos de presión y nunca llegan a engrosar las listas de espera, pues su propia influencia les permite una pronta atención a ellos y su familia, situación, esta, que hace aún más cruel e injusta su posición.

Falta de imaginación. En principio, privatizar es transferir una empresa o actividad pública al sector privado, y esto es muy diferente a lo que se propone, pues nadie en Costa Rica piensa comprar instituciones médicas públicas para privatizarlas.

Con cierta frecuencia he escuchado decir a altos funcionarios de la CCSS –que, por una simple razón ética, deberían estar bien informados– que en todos los países del mundo existen largas listas de espera, con el evidente propósito de minimizar esta grave disfunción. Debo decir que esto no es así. En algunos de ellos pude constatar como paciente que una consulta o cirugía se resolvía de un día para otro, y, efectivamente, tardaban varios días donde los servicios eran deficientes, pero nunca he visto que pasaran meses o años.

En mi época de profesor de Pediatría tuve el privilegio de visitar más de 50 hospitales de primer orden, con del fin de transferir y adaptar a nuestro medio toda la organización y tecnología que me parecían superiores a las que nosotros teníamos, pues ya entonces, con escasos recursos, enfrentamos enfermedades crónicas muy complejas que demandaban un costo elevado, y, por esta razón, teníamos la obligación de acudir también a la imaginación para progresar y nunca sentirnos satisfechos con nuestros resultados. De esta manera entendimos que el mejor sistema de salud es el que protege a toda la población, pero no mediante un servicio único, sino mediante uno de opciones múltiples que usa juiciosamente todos sus recursos disponibles, públicos y privados, para satisfacer las necesidades de su población, y coloca de manera definida a los enfermos en primer lugar.

Disfuncionalidad. Definitivamente, en parte de los niveles más altos de nuestra institucionalidad han faltado conocimiento, experiencia, probidad e imaginación, y sin estos elementos es imposible resolver los difíciles problemas de salud que presenta nuestra población. Algunas personas ni siquiera se dan cuenta de que desempeñar un puesto sin tener la capacidad necesaria es, además de una irresponsabilidad, una grave falta ética.

Quisiera persuadir a los costarricenses de que el futuro de nuestro sistema de salud está en ofrecer opciones múltiples para darle sostenibilidad, solvencia y una capacidad técnica tal, que asegure oportunidad y calidad de la atención médica a todos los ciudadanos. En estos momentos, los más pobres son los que más sufren las largas filas y grandes plazos de espera, hasta de años, porque las personas con dinero o pagan directamente o tienen una póliza de gastos médicos, y la clase media dispone con frecuencia de influencias para lograr que se la atienda antes. También por esto es más humano lo que propongo, toda vez que, al reducir o eliminar los largos plazos de espera, los más pobres que están al final de la fila verán más cerca sus citas. Esta es una forma de movilización social.