Simbiosis entre fuentes renovables de energía eléctrica

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Los responsables en materia de electricidad se cuestionan la conveniencia de incorporar a la matriz nacional la energía producida con potencias “intermitentes” a partir de fuentes como la solar, la eólica y la de fuerzas hidráulicas sin embalses de regulación anual.

El argumento es que el respaldo representa un costo para el sistema eléctrico nacional.

Consideremos varias características de estas fuentes de electricidad para formarnos un mejor criterio.

Solar. La electricidad solar se genera durante las horas de mayor demanda de electricidad. En pequeña escala, sustituye el consumo eléctrico, que tiene costos de generación, transmisión y distribución. En un futuro no muy lejano, el desarrollo de tecnologías de almacenamiento (baterías), permitirá a hogares y pequeñas empresas ser autosuficientes las 24 horas mediante el uso de energía solar, sin estar conectados a la red eléctrica.

A gran escala, fincas solares de 10 megavatios o más, con capacidad de almacenamiento e interconectadas a la red nacional, podrán no solamente entregarle a la red una curva de carga plana durante las 24 horas, sino también actuar como reserva de energía con una velocidad de respuesta miles de veces mayor que la brindada por las fuentes térmicas. Lejos de ser un recurso nocivo para la estabilidad de la red, la energía solar, con almacenamiento, a pequeña escala, no necesita interconectarse a la red, lo cual la hace inocua; y a gran escala contribuye a la estabilidad de la red.

Eólica. La electricidad eólica está en su apogeo y es muy oportuna cuando soplan los vientos alisios, de diciembre a mayo, y coincide con la época seca o no lluviosa, cuando los caudales bajan y la producción hidroeléctrica disminuye.

En otras latitudes, donde se genera mucha energía eólica que va a las redes, están incorporando el almacenamiento de energía, no solamente para eliminar las distorsiones, sino también para operar como generadores de reserva de regulación para reforzar la estabilidad de la red, con una tarifa superior que estimula ese respaldo.

Hidroenergía. La electricidad obtenida por fuerzas hidráulicas en centrales pequeñas no es cien por ciento producida a “filo de agua” porque la mayoría de las medianas y pequeñas centrales (menos de 50 megavatios de potencia), pertenecientes a las distribuidoras de electricidad y a los generadores privados, sí tienen pequeños embalses fuera de los ríos, de regulación horaria, lo que les permite aportar su potencia plena en verano durante las cinco horas pico, repartidas en dos franjas: de 10 a. m. a 12:30 p. m. y de 5:30 p. m. a 8 p. m..

Su aporte es muy significativo porque desplaza la generación térmica nacional o importada en esas horas de máxima demanda. En la época lluviosa, las plantas operan con factores de planta (aprovechamiento de la capacidad instalada) muy altos por 24 horas 7 días a la semana, con tarifas reducidas, lo que permite al sistema eléctrico nacional comprar esta energía barata y sustituir la generación de las plantas con embalses de regulación anual o plurianual, para utilizar lo almacenado en la época seca. Si de dan excedentes de agua en los embalses, estos se deben aprovechar para generar electricidad que se aporta al sistema eléctrico nacional o se exporta al mercado regional.

En nuestro país, las centrales hidroeléctricas a “filo de agua” están mayoritariamente localizadas en los piedemontes de las cuencas hidrográficas que vierten sus aguas en el mar Caribe, por lo que los efectos del cambio climático exacerbados por el ENOS, fenómeno climático oceánico, no las afectan mayormente. Cuando se produce el fenómeno de El Niño, hay sequías en el Pacífico y llenas en las bajuras del Caribe. Cuando se trata de La Niña, hay inundaciones en las bajuras del Pacífico y moderada disminución de lluvias en el Caribe, por lo cual las afectaciones para estas centrales hidroeléctricas son mínimas durante el curso de estos fenómenos climáticos.

Si los responsables de las decisiones en materia de electricidad fueran más objetivos y menos dogmáticos, sería posible entre todos los actores –empresas estatales, empresas distribuidoras, generadores privados y ente regulador– aprovechar mejor el potencial eléctrico nacional.

No es un asunto de solamente satisfacer nuestra demanda nacional a largo plazo a costos competitivos, sino también de aspirar a exportar al Mercado Eléctrico Regional (MER), pero es crucial entender que deben arreglarse los “cuellos de botella” del Siepac, en Panamá y Nicaragua, para sacar pleno provecho de esta red de transmisión.

Franz S. Koberg es administrador industrial y fundador y expresidente de la Asociación Costarricense de Productores de Energía.