Servicio Civil y algo más

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Aunque goce de rango constitucional (artículo 191), el Régimen o Estatuto de Servicio Civil debe ser revisado, a fin de que la burocracia sea sometida a mayores medios de exigencia. Este sistema pareciera proyectarse negativamente a las demás instituciones públicas (más de 300).

Tienen al Estado cuasi dominado. Abundan las quejas y los atrasos de los trámites, sometidos a esperas innecesarias. Un trámite administrativo que en los países nórdicos europeos es resuelto la misma semana, aquí tarda un mes o más.

Con frecuencia, se llega al ruego y la desesperación. Otras veces media la recompensa económica, que tiende a generalizarse. Algunas veces, ante todo cuando se trata de gestiones menores, la respuesta es muy sencilla: vuelva después porque fulano de tal está de vacaciones o contestan que está incapacitado.

No se sabe qué pasará ahora que las 81 municipalidades manejarán más presupuesto. Ya lo sabremos. Al menos los medios de comunicación nos pondrán al tanto del quehacer administrativo de 81 alcaldes.

Mediocridad. Tiene razón el exministro de Hacienda y economista Thelmo Vargas cuando opina que Costa Rica es mediocre porque se conforma con quedar en medio de las encuestas internacionales; pero el tratamiento de aguas negras del país ocupa uno de los últimos lugares en estas encuestas internacionales. Quienes no lo creen así, vayan a la desembocadura del río Grande de Tárcoles.

Esto de aguas negras me recuerda una anécdota que nos contó, en clase de Derecho Civil de la Facultad de Derecho, un distinguido profesor: cuando en San José no había cloacas, sino en las casas excusado de hueco, llegó un “caquero” y midió con su varilla y así fijó el precio de su trabajo.

El dueño de casa se lo objetó; entonces, comenzó una larga discusión y aquello terminó mal: no hubo contrato. El trabajador, ya bravo de tanta discusión, limpió con sus dedos la varilla y le dijo al dueño: “Quédese con su caca”.

Es de pensar que de nuestros antepasados provengan dos tendencias actuales: la discusión de precios y costos y el dejar las cosas para después; un después que quizás no llegue, como la reforma fiscal, o uno más complicado y más caro, como la carretera a San Carlos. Olvidamos que el orden y el esfuerzo son el precio del progreso.

Exigir más. En cuanto al Régimen de Servicio Civil o Estatuto, que medio conocí por formar parte de su Tribunal, creo que después de varias décadas de vigencia y de prueba debe reformarse para incluirle mayores exigencias.

Lo peor es que todos nos quedamos callados y poco o nada hacemos porque nos hemos acostumbrado a ir lentamente. Parte de la solución es luchar por ser mejores y “ahogar el mal en abundancia de bien”.

Como dice un gran autor: “Somos lámparas que han sido encendidas con la luz de la verdad” (San Agustín). Estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos, tengamos presente esta verdad; pero a algunos hombres no les importa la verdad, sino su voluntad, su querer.

Por ejemplo, el Creador manda que la explotación de la tierra sea racional; mas, en actitud desafiante, esos hombres prepotentes quieren explotar el planeta al máximo, pase lo que pase, sin importarles las consecuencias que le sobrevengan a la humanidad.

Abriguemos la esperanza de ganar la batalla del sentido común, de luchar por ella, y no por posverdad, palabra promulgada por un inglés de Oxford; expresión que, de hecho, estos usurpadores emplean, porque se creen depositarios del poder y la verdad, su posverdad. Luchemos por salvar el planeta, ahora en peligro de extinción.

Tengamos presente que lo posterior a la verdad es un mundo nuevo plagado de mentira, el tráfico de influencias, la estafa, el hurto, la violencia, el menosprecio de la vida, el odio… La esperanza humana sale fortalecida con la verdad. Seamos siempre sus defensores.

El autor es abogado.