Separemos la paja del trigo

Es necesario saber diferenciar la información fidedigna de la tendenciosa

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Internet, las redes sociales y la telefonía móvil han cambiado la manera de informarnos y de relacionarnos con los demás, aunque debemos tener presente que a la par de las cosas positivas y beneficiosas de esos avances, también existen aspectos negativos y perniciosos que se generan por su uso irresponsable y doloso.

Para quienes peinamos canas, ha sido realmente asombroso vivir la era de los maravillosos y vertiginosos cambios en las telecomunicaciones, ya que hemos podido presenciar la transición del teléfono de manigueta y la conversación voz a voz, del correo postal y la comunicación epistolar, a las innovaciones tecnológicas de la Internet, el fax, la telefonía móvil, el correo electrónico, los mensajes de texto, el WhatsApp y las redes sociales.

Estas últimas nos han permitido agradables reencuentros virtuales con nuestros compañeros de escuela y colegio, con amigos de nuestra infancia y juventud, así como conocer detalles de sus vidas, sus familias, sus ocupaciones, y compartir imágenes de tiempos pasados y de nuestra vida actual.

Esos reencuentros virtuales han facilitado encuentros personales que hemos disfrutado con emoción y alborozo, evocando los tiempos idos en un intercambio sincero sobre las vicisitudes de la vida de cada uno y de nuestras opiniones sobre los asuntos más disímiles.

Facilidades. La posibilidad que nos brinda Internet de poder obtener al instante cualquier información, como los datos de un hecho histórico, la solución de un problema matemático, una receta de cocina, imágenes de obras de arte, videos y música de cualquier índole, las últimas noticias del país o del mundo, o de acceder a la cuenta bancaria para pagar los servicios públicos, y de tantísimas otras cosas que cada día nos sorprenden y deslumbran, constituye una verdadera revolución tecnológica que ha cambiado al mundo y la vida de las personas.

También, a través de las redes sociales, la ciudadanía ha logrado impactar la política, tener voz sobre los temas de interés común, ya que ahora podemos –desde una computadora o un “teléfono inteligente”– externar nuestra opinión sobre las decisiones de la clase gobernante de inmediato y con absoluta libertad, a tal punto que en ocasiones la masiva oposición que de manera espontánea se expresa en ellas logra evitar la concreción de alguna política pública, convirtiendo esta herramienta en un medio eficaz para promover causas nobles o justas protestas.

Aspectos negativos. Pero como ya se ha indicado, al lado de las características positivas y útiles de estas nuevas tecnologías existen aspectos negativos y perjudiciales producidos por el mal uso y el abuso que de ellas se hace.

Y es que la abundancia de información que encontramos en la red con solo un clic, no necesariamente equivale a una mejor y más veraz información.

La cantidad de falsedades que circulan en Internet, y particularmente en las redes sociales, muchas de las cuales se hacen al amparo del anonimato y con un expreso sentido de manipulación, aunada a la incapacidad analítica de muchos de quienes las acceden, forman una combinación peligrosa que puede ofuscar a las personas y afectar su discernimiento.

Irresponsabilidad. Es verdaderamente impresionante la irresponsabilidad con las que se usan los espacios que los medios de comunicación, en sus versiones digitales, ofrecen al lector para expresar sus criterios sobre las noticias, reportajes y artículos de opinión.

En esos espacios y en las redes sociales, las profusas acusaciones y afirmaciones cargadas de insultos y calumnias, con una escritura ramplona y un vocabulario soez, que destilan resentimientos, envidias y odios, son utilizadas para denigrar personas e instituciones invocando un mal entendido derecho a la libertad de expresión que no repara en las responsabilidades que tal derecho conlleva.

He comprobado cómo personas serias, profesionales algunas, caen en la trampa de reproducir como cierta la falsa noticia de la muerte de algún personaje, de hacerse eco de choteos y mentiras sobre dirigentes políticos o funcionarios públicos divulgadas desde sitios o perfiles con nombres muy parecidos a los de medios de comunicación reputados, o de reiterar comentarios maledicentes y falaces de usuarios que se escudan en un seudónimo.

Esta característica dual, por lo provechoso y lo nocivo de sus contenidos, debe comprenderse para que la información que nos proporcionan la podamos procesar, analizar y entender adecuadamente, para que podamos hacer la diferencia entre aquella verdadera, bien fundamentada de la que es falsa y malintencionada, que en ocasiones puede confundir nuestro buen juicio y algunas de nuestras decisiones.

Decía Umberto Eco que “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que antes hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Entonces eran rápidamente silenciados, pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio nobel. Es la invasión de los imbéciles”.

A pesar del tono despectivo y la dureza del famoso escritor italiano, a veces, navegando en la red y leyendo comentarios en las redes sociales, no nos queda más que coincidir con su opinión.

Por lo tanto, para el buen uso de estas valiosas herramientas tecnológicas, para beneficiarnos de ellas, es indispensable que sepamos separar la paja del trigo, que podamos diferenciar la información fidedigna de aquella tendenciosa, el criterio juicioso del disparatado, lo importante de lo superfluo.

El autor es exembajador ante el Vaticano.