Se pasaron de la raya

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El irrespeto de los sindicalistas del Poder Judicial al mismo Poder Judicial ha sido mayúsculo. Su burla ante el dolor de las familias que han perdido un pariente en un hecho de violencia o un accidente, ha sido un sacrilegio. Se pasaron de la raya. Estas personas no merecen la más mínima consideración por su insensibilidad con el duelo o la congoja del prójimo.

La retención de cuerpos en fila para una autopsia, por casi una semana, no puede quedar impune. Hubo delito por desacato a la Sala Constitucional y también delito por incumplimiento de deberes.

La Fiscalía, que les abrió una investigación, debe dar con los responsables, desde el “director de orquesta” hasta los “músicos” que irrespetaron y prolongaron dolosamente el duelo de muchas familias al retener cadáveres.

La dama de la justicia, en este caso, que se quite la venda para identificarlos; que no venga el Ministerio Público en unos meses a concluir que no dio con los orquestadores. No. Sería imperdonable.

También, imperdonable, es el desacato de estos sindicalistas a la Sala IV. Su desobediencia ejemplifica el menosprecio que le tienen a la autoridad de los magistrados. Si ellos pueden desacatar, ¿por qué no el resto de mortales que están fuera de la planilla judicial? Ese fue el mensaje que enviaron con sus actos y por eso deben responder con multa o con prisión, como cualquier ciudadano lo haría si desacata la Ley de la Jurisdicción Constitucional.

Lo inhumanos que son también lo reflejó su ligereza al decir que las autopsias no son un “servicio esencial” pues alegaron que no afectan la “vida, salud o seguridad”. Son unos analfabetos de la ley: el mismo Consejo Superior del Poder Judicial, en una directriz del 20 de julio, declaró como “servicio esencial” las autopsias y la entrega de los cuerpos, entre otros.

Misericordia es lo que les ha faltado y lo cierto es que retuvieron dolosamente los cuerpos porque fueron su arma para presionar a los diputados a reformar el régimen de pensiones, pero manteniendo los privilegios que los convierten en pensionados de lujo con cargo al Estado (los contribuyentes) que les aporta el 14% del salario...

¿Por qué consideración con los desconsiderados?

Armando Mayorga es jefe de redacción en La Nación.