Saneamiento, salud y pobreza

La falta de agua potable repercute en los índices de pobreza y deriva en problemas de salud

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El saneamiento básico comprende el abastecimiento de agua para uso y consumo humano, el manejo adecuado de las aguas residuales y las excretas, y la disposición final de los residuos sólidos municipales.

Me enfocaré en el acceso al agua, la disposición de excretas y la higiene o el lavado de manos con agua potable y jabón, con el propósito de mostrar la relación entre el saneamiento, la salud y la pobreza.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha establecido en dos períodos consecutivos los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) para reducir a la mitad, primero, en el 2015 (respecto a 1990), la proporción de personas sin agua potable y servicios básicos de saneamiento en forma continua.

Luego, en setiembre del 2015, se establecieron los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), entre estos, metas bajo el concepto “Agua limpia y saneamiento”, en primera instancia para buscar la universalización de los servicios de agua potable y erradicar la disposición a cielo abierto de las excretas en los 193 países firmantes de los ODS de aquí al 2030.

La historia ha confirmado que las carencias de estos servicios básicos son causantes de problemas de desnutrición, altas tasas de morbilidad y mortalidad infantil.

Las enfermedades causadas por el agua contaminada, alimentos regados con aguas residuales y la falta de higiene personal y de los alimentos se suman a las enfermedades transmitidas por vectores que proliferan en el agua (dengue y otros) y los trastornos ocasionados por la presencia de determinadas sustancias —superior a los valores próximos permisibles—, como nitratos, plaguicidas y metales pesados (cadmio, mercurio, flúor, arsénico y plomo, entre otros).

De conformidad con cálculos realizados en investigaciones a escala mundial, los progresos en agua potable, disposición adecuada de excretas y la higiene reducen la morbilidad por diarrea en un 21 %, al optimizar los servicios de agua potable.

Un 37,5 % con el lavado de manos, usando agua limpia y jabón, y hasta un 35 % con mejoras adicionales en la calidad del agua potable, como la desinfección en el punto de consumo, pueden reducir los episodios diarreicos hasta un 45 %.

Por otro lado, la carencia de estos servicios incide en la pobreza, al disminuir la posibilidad de la generación de ingresos debido a personas enfermas que no pueden ir a trabajar. Los niños y adultos demandan mayores cuidados y se gasta más tiempo en acarrear agua.

En resumen, estos servicios básicos son fundamentales para el desarrollo económico y la salud de la población, por lo que invertir recursos implica mejorar la salud pública de los pueblos del mundo. Según la OMS, cada dólar invertido en saneamiento básico se traduce en un ahorro de $4,3 en salud global.

dmora@aya.go.cr

El autor es microbiólogo y salubrista público, director del Laboratorio Nacional de Aguas del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).